2009-04-19
El Ojo del Profeta
Caos en el transporte
A pesar de las promesas y de diversos intentos por cambiar la situación, el transporte colectivo de pasajeros en la capital continúa en un estado caótico. Intentos fallidos, resistencia al cambio, e intereses sectarios han impedido, en más de una ocasión, que se instaure un sistema de transporte de pasajeros acorde con la función que debe cumplir como servicio público.
Da dolor que entre tanto adelanto y progreso, que nos dan un aire de modernidad, la población se vea sometida a tanta tortura, tanto desprecio, y tanta explotación inmisericorde. Urge actuar con decisión y apego a la ley, para que se ponga en marcha el sistema de transporte prometido. No es cuestión de prisa; tampoco de dejarlo todo en manos del gobierno venidero. El asunto es un problema que concierne a todos: gobierno, operadores y usuarios; por tanto, si es atendido de cara a la necesidad de la población ¿cuál sería la diferencia si se comienza ahora y se continúa después? Más que algún personaje o partido se lleve o no la corona de gloria, la cosa está en hacerle justicia a decenas de miles de personas que dependen del uso de transporte público, y cuyo martirio no discrimina en colores ni bandera política.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
Ir a Panorama Católico Edición Digital
El Ojo del Profeta
Caos en el transporte
A pesar de las promesas y de diversos intentos por cambiar la situación, el transporte colectivo de pasajeros en la capital continúa en un estado caótico. Intentos fallidos, resistencia al cambio, e intereses sectarios han impedido, en más de una ocasión, que se instaure un sistema de transporte de pasajeros acorde con la función que debe cumplir como servicio público.
Da dolor que entre tanto adelanto y progreso, que nos dan un aire de modernidad, la población se vea sometida a tanta tortura, tanto desprecio, y tanta explotación inmisericorde. Urge actuar con decisión y apego a la ley, para que se ponga en marcha el sistema de transporte prometido. No es cuestión de prisa; tampoco de dejarlo todo en manos del gobierno venidero. El asunto es un problema que concierne a todos: gobierno, operadores y usuarios; por tanto, si es atendido de cara a la necesidad de la población ¿cuál sería la diferencia si se comienza ahora y se continúa después? Más que algún personaje o partido se lleve o no la corona de gloria, la cosa está en hacerle justicia a decenas de miles de personas que dependen del uso de transporte público, y cuyo martirio no discrimina en colores ni bandera política.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
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