2009-01-11
El Ojo del Profeta
Cuidarse de los Ídolos
Dios quiere que el hombre sea feliz, porque ese fue el propósito por el cual fue creado: gozar de la felicidad junto a Dios. Sin embargo, el hombre no siempre busca la felicidad en Dios, sino que trata de encontrarla en cosas que el mismo se crea y convierte en sus ídolos. Objetos, imágenes, pócimas y conjuros de toda clase son utilizados por las personas, para atraer la felicidad, la prosperidad y lo que, comúnmente, llamamos buena suerte. Todo eso se busca, todo se promete, pero nada se cumple.
Muchos son los incautos que caen en las manos de hechiceros, magos, prestidigitadores, adivinos y chamanes de todo tipo y origen, que devienen en charlatanes y embaucadores que hacen dinero con el sufrimiento y la angustia ajenos. Todo creyente debe cuidarse de caer en las garras de los ídolos, porque es un rechazo a Dios y una herejía dañina para su alma. La felicidad, más que en la falsa prosperidad y el éxito superfluo, está en conocer a Dios y conocerse a uno mismo; saber discernir entre lo que aprovecha y lo que no aprovecha; y encontrar en el Señor la luz para alumbrar el camino y la fortaleza para soportar y superar las pruebas y las adversidades. La fe, sin duda, vale más que cualquier promesa de futuro que pueda hacer cualquier mortal.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
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El Ojo del Profeta
Cuidarse de los Ídolos
Dios quiere que el hombre sea feliz, porque ese fue el propósito por el cual fue creado: gozar de la felicidad junto a Dios. Sin embargo, el hombre no siempre busca la felicidad en Dios, sino que trata de encontrarla en cosas que el mismo se crea y convierte en sus ídolos. Objetos, imágenes, pócimas y conjuros de toda clase son utilizados por las personas, para atraer la felicidad, la prosperidad y lo que, comúnmente, llamamos buena suerte. Todo eso se busca, todo se promete, pero nada se cumple.
Muchos son los incautos que caen en las manos de hechiceros, magos, prestidigitadores, adivinos y chamanes de todo tipo y origen, que devienen en charlatanes y embaucadores que hacen dinero con el sufrimiento y la angustia ajenos. Todo creyente debe cuidarse de caer en las garras de los ídolos, porque es un rechazo a Dios y una herejía dañina para su alma. La felicidad, más que en la falsa prosperidad y el éxito superfluo, está en conocer a Dios y conocerse a uno mismo; saber discernir entre lo que aprovecha y lo que no aprovecha; y encontrar en el Señor la luz para alumbrar el camino y la fortaleza para soportar y superar las pruebas y las adversidades. La fe, sin duda, vale más que cualquier promesa de futuro que pueda hacer cualquier mortal.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
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