2009-01-18
A tiro de piedra
Balboa y la cinta costera
La construcción de la llamada cinta costera avanza y toma forma poco a poco, para cambiar el paisaje de la bahía que baña su malecón con sus aguas. Es una obra envuelta en el vaivén político, cuyo valor y sentido son difíciles de apreciar ahora.
Acerca de los pormenores de su costo o diseño, casi nada tengo que decir, porque en este momento ni lo mucho ni lo poco se ha terminado de hablar. En lo que sí me arriesgo a alzar mi voz es en el nombre que debe llevar la obra, una vez terminada. Debe llamarse Vasco Núñez de Balboa, porque tenemos más de una razón para pedir que así sea. Al menos doy dos: Conservar el nombre de Balboa, porque de lo contrario se acabaría con la avenida costanera que ha identificado a la ciudad de Panamá por más de tres cuartos de siglo. Mantener el nombre de Balboa, porque estamos a 4 años de conmemorar los 500 años del descubrimiento del Mar del Sur por el personaje que lleva su nombre, y porque en 10 años más la Ciudad de Panamá celebrará su quinto centenario de fundación.
Que no nos perdamos en otros nombres o en regatearnos el de Balboa con arengas o frases de barricada, tales como: Balboa no descubrió nada, era un saqueador o ladrón, o cualquier otra parecida. Nuestra historia debe apreciarse, con lo bueno, lo malo y lo feo. Vasco Núñez de Balboa tiene, aún con sus errores, sus aciertos y méritos. Somos una nación que, al menos en lo étnico, no tiene una pureza de raza al cien por ciento. Somos mezcla de amerindios, europeos y negros. Eso somos, y ninguno puede excluirse, por más aborigen, blanco o negro que se crea.
Esa cinta costera que tanto nos hace polemizar es, a ojos vista, un ensanchamiento de la actual Avenida Balboa. No es algo nuevo o independiente. Y, así, como a ningún habanero o carioca se le ocurriría cambiar el nombre al Malecón de La Habana o al pase de Copacabana, así tampoco nosotros debemos privarnos de llamar a la vía costanera de la ciudad capital por su nombre: Avenida Balboa o Bulevar Balboa.
Ojalá que las autoridades nacionales y municipales presten atención a este detalle. Que nuestros urbanistas, que tanta preocupación y valioso aporte han demostrado ante la cinta costera, aunque en algunos aspectos los hayan ignorado, acojan y defiendan la idea de conservar el nombre de Balboa para esa obra. Bastante algunos le han robado a la ciudad en espacios y lugares públicos, sin contar con su conjunto arquitectónico, para que acaben de destruir una denominación que nos identifica como urbe costera.
Falta poco para que la obra concluya. Apenas unos meses más y se podrá ver. Cómo se llamará; aún no se sabe. Pero eso de nueva vialidad o cinta costera no cuenta con mi voto, porque el nombre es inapropiado y porque nos recordará, mientras usurpe el nombre de Balboa, todos los matices que le dan colorido a sus secretismos y sus escándalos.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
Ir a Panorama Católico Edición Digital
A tiro de piedra
Balboa y la cinta costera
La construcción de la llamada cinta costera avanza y toma forma poco a poco, para cambiar el paisaje de la bahía que baña su malecón con sus aguas. Es una obra envuelta en el vaivén político, cuyo valor y sentido son difíciles de apreciar ahora.
Acerca de los pormenores de su costo o diseño, casi nada tengo que decir, porque en este momento ni lo mucho ni lo poco se ha terminado de hablar. En lo que sí me arriesgo a alzar mi voz es en el nombre que debe llevar la obra, una vez terminada. Debe llamarse Vasco Núñez de Balboa, porque tenemos más de una razón para pedir que así sea. Al menos doy dos: Conservar el nombre de Balboa, porque de lo contrario se acabaría con la avenida costanera que ha identificado a la ciudad de Panamá por más de tres cuartos de siglo. Mantener el nombre de Balboa, porque estamos a 4 años de conmemorar los 500 años del descubrimiento del Mar del Sur por el personaje que lleva su nombre, y porque en 10 años más la Ciudad de Panamá celebrará su quinto centenario de fundación.
Que no nos perdamos en otros nombres o en regatearnos el de Balboa con arengas o frases de barricada, tales como: Balboa no descubrió nada, era un saqueador o ladrón, o cualquier otra parecida. Nuestra historia debe apreciarse, con lo bueno, lo malo y lo feo. Vasco Núñez de Balboa tiene, aún con sus errores, sus aciertos y méritos. Somos una nación que, al menos en lo étnico, no tiene una pureza de raza al cien por ciento. Somos mezcla de amerindios, europeos y negros. Eso somos, y ninguno puede excluirse, por más aborigen, blanco o negro que se crea.
Esa cinta costera que tanto nos hace polemizar es, a ojos vista, un ensanchamiento de la actual Avenida Balboa. No es algo nuevo o independiente. Y, así, como a ningún habanero o carioca se le ocurriría cambiar el nombre al Malecón de La Habana o al pase de Copacabana, así tampoco nosotros debemos privarnos de llamar a la vía costanera de la ciudad capital por su nombre: Avenida Balboa o Bulevar Balboa.
Ojalá que las autoridades nacionales y municipales presten atención a este detalle. Que nuestros urbanistas, que tanta preocupación y valioso aporte han demostrado ante la cinta costera, aunque en algunos aspectos los hayan ignorado, acojan y defiendan la idea de conservar el nombre de Balboa para esa obra. Bastante algunos le han robado a la ciudad en espacios y lugares públicos, sin contar con su conjunto arquitectónico, para que acaben de destruir una denominación que nos identifica como urbe costera.
Falta poco para que la obra concluya. Apenas unos meses más y se podrá ver. Cómo se llamará; aún no se sabe. Pero eso de nueva vialidad o cinta costera no cuenta con mi voto, porque el nombre es inapropiado y porque nos recordará, mientras usurpe el nombre de Balboa, todos los matices que le dan colorido a sus secretismos y sus escándalos.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
Ir a Panorama Católico Edición Digital
No hay comentarios:
Publicar un comentario