2008-11-02
Editorial
Fieles difuntos
En esta fecha la Iglesia hace memoria de los fieles difuntos, como parte de la Asamblea de los Santos que alabarán a Dios. Es un recordatorio que nos conecta con la historia del Pueblo de Dios, y que nos une con todos aquellos que duermen en la esperanza de la resurrección.
Cada vida creada por Dios no pasa en vano por esta tierra, porque hay un propósito para cada uno de nosotros: conocer a Dios y a su Enviado. Esa es la voluntad de Dios, según nos dice san Juan. Vivir en la esperanza de la Vida Eterna, bajo la alabanza constante y la oración es llevar una vida llena de satisfacciones, porque es el Señor quien la da y en abundancia. Hacer lo contrario es una vida inútil, aunque se posea todo lo que el mundo da.
Ninguno que haya muerto en la fe morirá para siempre, porque al creer en Jesucristo la propia muerte y resurrección de Cristo se verificará en él. La muerte terrena es, para los fieles, el anticipo de la vida gloriosa que se manifestará frente al Padre y al Hijo el día final. Y felices aquellos que creen, porque irán a gozar de la presencia de Dios eternamente.
Por Cristo sabemos que Dios es Dios de vivos y no de muertos; por eso hacemos memoria de todos aquellos que nos han precedido y que han compartido con nosotros el credo en el Padre, en el Hijo, en el Espíritu Santo, y en la Iglesia que es una, santa, católica y apostólica. Que las almas de todos los fieles difuntos descansen en paz, en espera del encuentro definitivo con el Creador.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
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Editorial
Fieles difuntos
En esta fecha la Iglesia hace memoria de los fieles difuntos, como parte de la Asamblea de los Santos que alabarán a Dios. Es un recordatorio que nos conecta con la historia del Pueblo de Dios, y que nos une con todos aquellos que duermen en la esperanza de la resurrección.
Cada vida creada por Dios no pasa en vano por esta tierra, porque hay un propósito para cada uno de nosotros: conocer a Dios y a su Enviado. Esa es la voluntad de Dios, según nos dice san Juan. Vivir en la esperanza de la Vida Eterna, bajo la alabanza constante y la oración es llevar una vida llena de satisfacciones, porque es el Señor quien la da y en abundancia. Hacer lo contrario es una vida inútil, aunque se posea todo lo que el mundo da.
Ninguno que haya muerto en la fe morirá para siempre, porque al creer en Jesucristo la propia muerte y resurrección de Cristo se verificará en él. La muerte terrena es, para los fieles, el anticipo de la vida gloriosa que se manifestará frente al Padre y al Hijo el día final. Y felices aquellos que creen, porque irán a gozar de la presencia de Dios eternamente.
Por Cristo sabemos que Dios es Dios de vivos y no de muertos; por eso hacemos memoria de todos aquellos que nos han precedido y que han compartido con nosotros el credo en el Padre, en el Hijo, en el Espíritu Santo, y en la Iglesia que es una, santa, católica y apostólica. Que las almas de todos los fieles difuntos descansen en paz, en espera del encuentro definitivo con el Creador.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
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