2008-11-23
A tiro de piedra
Carlos Iván Zúñiga
Una de las figuras políticas de los últimos 50 años de la república es el doctor Carlos Iván Zúñiga, recientemente fallecido. Pertenece a un conglomerado de hombres públicos que, poco a poco, ha ido dejando la escena pública, llevándose con ellos el ejercicio de un liderazgo que muy poco se ve en la actualidad.
Lo conocí más por su trayectoria pública que por amistad. En muy pocas ocasiones crucé palabras con él, al coincidir en algún acto público o social. Como personaje político lo observé y escuché, pero fue como rector de la Universidad de Panamá que tuve una experiencia directa con él.
A finales de los años de 1970 y de la década de 1980 supe de su andar en la política nacional. Era yo un muchacho que apenas dejaba la adolescencia, y que me dedicaba a combatir la dictadura militar de entonces. Recuerdo que el doctor Zúñiga tenía contacto con el Movimiento Independiente Democrático, que se agitaba en el país por aquellos días. Tenían sus miembros un discurso que llamaba mi atención, pero no me decidí a entrar en sus filas. Después se creó el Partido Acción Popular (PAPO), del que Carlos Iván Zúñiga era su líder, aunque funcionaba sin reconocimiento del Tribunal Electoral. Se definía como social demócrata y me atraía su visión nacional, aunque yo no me sentía seguidor de esa ideología. Sin embargo, el doctor Carlos Iván Zúñiga se ganó mi respeto y admiración.
Pero, como dije, mi experiencia más cercana con él fue durante su gestión como rector de la Universidad. Había comprado yo un libro en la librería universitaria, y pedí que me dieran el cambio de cinco balboas en billetes de a uno; el empleado de la queja me lo negó, bajo el argumento que el director de la librería le tenía prohibido dar el cambio de esa manera. Le pregunté al empleado si estaba seguro de tal situación, y me dijo que sí. Me retiré del local y decidí enviarle una carta al rector.
Tras escribir mi nota la llevé a la rectoría y la entregué en el despacho del doctor Carlos Iván Zúñiga. Pocos días después recibí, por escrito, su respuesta: una disculpa en nombre de la Universidad de Panamá y la novedad que había ordenado el traslado del empleado de la librería a otra dependencia universitaria. No me parecía verdad tanta belleza, y decidí corroborar el hecho, con una comprobación positiva.
Ciertamente habrá quien tenga experiencias mucho más profundas que la mía; pero si en una nimiedad como una queja por el trato recibido en la librería de la universidad, el doctor Carlos Iván Zúñiga se dignó en contestarme, cuánto más lo haría en cuestiones trascendentales y decisivas.
El país necesita de personas probas, honestas y concientes de su deber individual y público. Las diferencias de partido, ideología y de otra índole no deben ser obstáculo para reconocer lo bueno y admirable que hay en los demás. Cada día quedan menos personajes públicos a quienes admirar, y el reto para los jóvenes, y adultos que aún están a tiempo, es recuperar las virtudes y el civismo que son dignos de admirar en cada hombre y mujer que procura vivir y actuar con integridad y honorabilidad.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
Ir a Panorama Católico Edición Digital
A tiro de piedra
Carlos Iván Zúñiga
Una de las figuras políticas de los últimos 50 años de la república es el doctor Carlos Iván Zúñiga, recientemente fallecido. Pertenece a un conglomerado de hombres públicos que, poco a poco, ha ido dejando la escena pública, llevándose con ellos el ejercicio de un liderazgo que muy poco se ve en la actualidad.
Lo conocí más por su trayectoria pública que por amistad. En muy pocas ocasiones crucé palabras con él, al coincidir en algún acto público o social. Como personaje político lo observé y escuché, pero fue como rector de la Universidad de Panamá que tuve una experiencia directa con él.
A finales de los años de 1970 y de la década de 1980 supe de su andar en la política nacional. Era yo un muchacho que apenas dejaba la adolescencia, y que me dedicaba a combatir la dictadura militar de entonces. Recuerdo que el doctor Zúñiga tenía contacto con el Movimiento Independiente Democrático, que se agitaba en el país por aquellos días. Tenían sus miembros un discurso que llamaba mi atención, pero no me decidí a entrar en sus filas. Después se creó el Partido Acción Popular (PAPO), del que Carlos Iván Zúñiga era su líder, aunque funcionaba sin reconocimiento del Tribunal Electoral. Se definía como social demócrata y me atraía su visión nacional, aunque yo no me sentía seguidor de esa ideología. Sin embargo, el doctor Carlos Iván Zúñiga se ganó mi respeto y admiración.
Pero, como dije, mi experiencia más cercana con él fue durante su gestión como rector de la Universidad. Había comprado yo un libro en la librería universitaria, y pedí que me dieran el cambio de cinco balboas en billetes de a uno; el empleado de la queja me lo negó, bajo el argumento que el director de la librería le tenía prohibido dar el cambio de esa manera. Le pregunté al empleado si estaba seguro de tal situación, y me dijo que sí. Me retiré del local y decidí enviarle una carta al rector.
Tras escribir mi nota la llevé a la rectoría y la entregué en el despacho del doctor Carlos Iván Zúñiga. Pocos días después recibí, por escrito, su respuesta: una disculpa en nombre de la Universidad de Panamá y la novedad que había ordenado el traslado del empleado de la librería a otra dependencia universitaria. No me parecía verdad tanta belleza, y decidí corroborar el hecho, con una comprobación positiva.
Ciertamente habrá quien tenga experiencias mucho más profundas que la mía; pero si en una nimiedad como una queja por el trato recibido en la librería de la universidad, el doctor Carlos Iván Zúñiga se dignó en contestarme, cuánto más lo haría en cuestiones trascendentales y decisivas.
El país necesita de personas probas, honestas y concientes de su deber individual y público. Las diferencias de partido, ideología y de otra índole no deben ser obstáculo para reconocer lo bueno y admirable que hay en los demás. Cada día quedan menos personajes públicos a quienes admirar, y el reto para los jóvenes, y adultos que aún están a tiempo, es recuperar las virtudes y el civismo que son dignos de admirar en cada hombre y mujer que procura vivir y actuar con integridad y honorabilidad.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
Ir a Panorama Católico Edición Digital
No hay comentarios:
Publicar un comentario