2008-11-16
El Ojo del Profeta
Armas y drogas
La combinación de armas y drogas golpea fuertemente a Panamá y al mundo, en una vorágine que amenaza gravemente las estructuras de la sociedad. Es tal la incidencia de la acción criminal en el campo del tráfico de ambas, que obliga a dedicar amplios recursos a su persecución y represión.
Nuestras calles a diario se ven convertidas en escenario de pleitos territoriales y ejecuciones, como nunca antes estábamos acostumbrados a ver. Al menos, cada día, hay un muerto relacionado con el uso de armas ilegales o el negocio de la droga. Se ha perdido todo sentido por el valor de la vida y por las virtudes, porque el poder y el dinero fácil se imponen sobre el honor y el altruismo.
Sin embargo, aún no renunciamos a la esperanza. La esperanza en Dios, para vivir conforme a su voluntad; y la esperanza en la niñez, que necesita ser encauzada hacia nobles ideales. Necesitamos una respuesta contundente como sociedad que responda, a la par de la administración de justicia y el mantenimiento del orden público, al desafío inmediato de formar y educar a los futuros hombres y mujeres en un ambiente de edificante mentalidad y particulares valores.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
Ir a Panorama Católico Edición Digital
El Ojo del Profeta
Armas y drogas
La combinación de armas y drogas golpea fuertemente a Panamá y al mundo, en una vorágine que amenaza gravemente las estructuras de la sociedad. Es tal la incidencia de la acción criminal en el campo del tráfico de ambas, que obliga a dedicar amplios recursos a su persecución y represión.
Nuestras calles a diario se ven convertidas en escenario de pleitos territoriales y ejecuciones, como nunca antes estábamos acostumbrados a ver. Al menos, cada día, hay un muerto relacionado con el uso de armas ilegales o el negocio de la droga. Se ha perdido todo sentido por el valor de la vida y por las virtudes, porque el poder y el dinero fácil se imponen sobre el honor y el altruismo.
Sin embargo, aún no renunciamos a la esperanza. La esperanza en Dios, para vivir conforme a su voluntad; y la esperanza en la niñez, que necesita ser encauzada hacia nobles ideales. Necesitamos una respuesta contundente como sociedad que responda, a la par de la administración de justicia y el mantenimiento del orden público, al desafío inmediato de formar y educar a los futuros hombres y mujeres en un ambiente de edificante mentalidad y particulares valores.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
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