jueves, 12 de noviembre de 2009

El fin del Terraplén

2009-11-08
A tiro de piedra
El fin del Terraplén

La cinta costera avanza cual gusano que corroe todo a su paso. Acabó con la Avenida Balboa, y ahora acabará con el Terraplén. Estoy a favor del progreso, pero de aquel que construye historia y la respeta.

Para quien ha vivido o tenido contacto con el Casco Viejo (o Casco Antiguo, como quieren que le digamos ahora), cada calle, avenida, callejón, plaza, o rincón, tiene una historia colectiva y personal. Esos que han venido sólo a destruirlo, o a instalarse por esnobismo, no saben ni aprecian el espíritu y el alma de un barrio que muere cada día. Hay, ciertamente, algunos inquilinos nuevos que lo aprecian e intentan defenderlo, ante la impunidad y la imposición de los que sólo ven negocio y capricho a través de sus ojos mezquinos.

El avance de la cinta costera, usurpadora del derecho del Bulevar Balboa, ahora hinca sus colmillos en la yugular el Terraplén. Se tragará el Muelle Fiscal, el embarcadero y su rampa, la muralla y la baranda terraplenera, las escaleras que bajan al mar, los puestos de compra y venta, y, por supuesto, el encanto costanero de un sitio invaluable.

Nada en detalle nos han dicho de la obra de marras. Es posible que ni los gallinazos, que todo lo otean con su potente visión, lo sepan. Sin información detallada y oportuna, el asunto deja un sabor a obra maligna, devoradora del alma de un barrio, que ve cómo lo acaban sus depredadores. Tal engendro es innecesario. Lo del túnel vehicular es válido y posible, pero la extensión de la cinta, para que más carros pueden allegarse al Casco Viejo, es un atentado histórico y paisajístico execrable.

A mi modo de entender, el relleno abarcará hasta la playa que está frente a la Presidencia. Se elevará el terreno, se destinarán áreas de estacionamientos, paso vehicular, y zonas verdes, todo parecido a lo ya existente en la cinta costera. El carácter costero del lugar desaparece, porque ya el mar no besará sus riberas. Será como un parque, que afectará la vista y la apreciación del aspecto arquitectónico colonial de las murallas, y el monumental del Casco Viejo. Promiscuidad de estilos, que da a luz a una aberración barrial. ¡Si al menos se dignaran en reconstruir la rampa y las escaleras de cara al mar, para librarnos de los bloques en forma de equis que usa la constructora! Ya que el alma no les dice nada, al menos que se lo diga la razón.

Cobraría más valor el sitio si se ordenara la presencia de los vendedores de mercancía de segunda mano, pescado, víveres, y comida. También si se erradica la batería de cantinas, el negocio de las meretrices, y el mercado ilegal de propiedad hurtada o robada. Me imagino los restaurantes, los cafés, los puestos de artesanía en el Muelle Fiscal, los paseos en las pangas de los pescadores, las giras docentes por las calles del lugar, la gente a pie o en coches tirados por caballos o mulas. Me imagino la ambientación histórica con personas vestidas a la vieja usanza, y los visitantes disfrutando de todo esto.

Que lástima que tengamos autoridades tan bajunas, que no logran ver el valor intrínseco de un Casco Viejo que promete quedar bonito, por las inversiones que se hacen, pero despojado de su alma y de su espíritu.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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