2009-11-15
A tiro de piedra
Beneficiarios del Seguro Social
La pesada carga que tiene la Caja de Seguro Social con los beneficiarios, que supera en número a los cotizantes, debe ser aliviada con urgencia. Más que dejarlos sin cobertura, debemos ofrecerle una opción que reemplace, parcial o totalmente, los servicios que brinda el Seguro.
Desde mi punto de vista como cotizante y usuario, el fenómeno de la cobertura total a los beneficiarios ocurre porque no existe alternativa frente a la oferta actual. Si tuviéramos que pagar la atención médica privada por nuestros dependientes, sería impagable para muchos de nosotros, y veríamos agravarse la enfermedad de nuestros seres queridos, o, peor aún, su muerte.
Quitarle el derecho de atención de salud a los beneficiarios de la Caja supone, en parte, una planificación que desarrolle un programa a largo plazo. Primero tendríamos que definir si la eliminación de la cobertura será total, o parcial. Luego habría que establecer a cual institución de salud le correspondería brindar esa atención. Después, cómo se daría esa transición en tiempo y espacio. Por último, quién asumiría el costo. El estado, el paciente, un plan de seguro médico público, o ambas partes, proporcionalmente.
En lo personal me inclino por una cobertura del Seguro Social sólo para los cónyuges, y los hijos menores de 19 años, siempre y cuando estén bajo la dependencia y autoridad de sus padres, que cubra medicinas, laboratorios, tratamientos y especialidades médicas. La atención primaria quedaría excluida. Esta deberá proveerse fuera del Seguro, y funcionaría como una especie de deducible. La atención de salud para quienes quedan sin cobertura, deberá ser provista por el sistema de salud público.
A mi modo de ver, el sistema de salud público ha descargado, por años, parte de su responsabilidad en el Seguro Social, lo que ha provocado que la Caja asuma lo propio y lo ajeno, mermando sus recursos y congestionándola de pacientes, al punto que la capacidad de atención sea superada por la demanda de los usuarios. Por eso es necesario que, en cualquier plan de recorte de cobertura a los beneficiarios, se incluya, como paso previo, la ampliación de los servicios e instalaciones de los centros de salud, y la construcción de varios hospitales de tercer nivel y de suficientes hospitales generales.
Toda solución para el exceso de cobertura de la Caja de Seguro Social debe pasar, también, por la revisión del sistema de salud nacional. Ver al Seguro como un hecho aislado es inconveniente, porque el problema de fondo quedará sin solución: la atención de salud eficaz, eficiente, y accesible, en todos sus aspectos, para la población del país.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
Ir a Panorama Católico Edición Digital
A tiro de piedra
Beneficiarios del Seguro Social
La pesada carga que tiene la Caja de Seguro Social con los beneficiarios, que supera en número a los cotizantes, debe ser aliviada con urgencia. Más que dejarlos sin cobertura, debemos ofrecerle una opción que reemplace, parcial o totalmente, los servicios que brinda el Seguro.
Desde mi punto de vista como cotizante y usuario, el fenómeno de la cobertura total a los beneficiarios ocurre porque no existe alternativa frente a la oferta actual. Si tuviéramos que pagar la atención médica privada por nuestros dependientes, sería impagable para muchos de nosotros, y veríamos agravarse la enfermedad de nuestros seres queridos, o, peor aún, su muerte.
Quitarle el derecho de atención de salud a los beneficiarios de la Caja supone, en parte, una planificación que desarrolle un programa a largo plazo. Primero tendríamos que definir si la eliminación de la cobertura será total, o parcial. Luego habría que establecer a cual institución de salud le correspondería brindar esa atención. Después, cómo se daría esa transición en tiempo y espacio. Por último, quién asumiría el costo. El estado, el paciente, un plan de seguro médico público, o ambas partes, proporcionalmente.
En lo personal me inclino por una cobertura del Seguro Social sólo para los cónyuges, y los hijos menores de 19 años, siempre y cuando estén bajo la dependencia y autoridad de sus padres, que cubra medicinas, laboratorios, tratamientos y especialidades médicas. La atención primaria quedaría excluida. Esta deberá proveerse fuera del Seguro, y funcionaría como una especie de deducible. La atención de salud para quienes quedan sin cobertura, deberá ser provista por el sistema de salud público.
A mi modo de ver, el sistema de salud público ha descargado, por años, parte de su responsabilidad en el Seguro Social, lo que ha provocado que la Caja asuma lo propio y lo ajeno, mermando sus recursos y congestionándola de pacientes, al punto que la capacidad de atención sea superada por la demanda de los usuarios. Por eso es necesario que, en cualquier plan de recorte de cobertura a los beneficiarios, se incluya, como paso previo, la ampliación de los servicios e instalaciones de los centros de salud, y la construcción de varios hospitales de tercer nivel y de suficientes hospitales generales.
Toda solución para el exceso de cobertura de la Caja de Seguro Social debe pasar, también, por la revisión del sistema de salud nacional. Ver al Seguro como un hecho aislado es inconveniente, porque el problema de fondo quedará sin solución: la atención de salud eficaz, eficiente, y accesible, en todos sus aspectos, para la población del país.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
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