lunes, 28 de abril de 2008

Administración energética

2008-04-27
A tiro de piedra
Administración energética

El aprovechamiento, uso y la administración de la energía que consumimos reclama que se tomen acciones a corto y largo plazo. En ese sentido, hay dos aspectos ligados al campo energético que nos merecen prioridad: el aprovisionamiento y el efecto ambiental. Sobre estos dos pilares se sostienen la política y planificación energética de todo estado.

Nuestro país muestra una tendencia a consumir mayor energía, y con ello, un mayor riesgo de daños ambientales que ocasionan perjuicios, algunos irreparables, a la naturaleza. Para mantener el necesario equilibrio entre el progreso y el ambiente, es imprescindible adoptar algunas medidas que al principio resultarán impopulares, pero que ayudarán a garantizar el abastecimiento energético y la preservación de un ambiente sano.

Comencemos por la energía: Esta debe ser abundante y barata. La electricidad, el petróleo y sus derivados y las formas tradicionales de producirla como la leña y el carbón, son recursos finitos que deben usarse racionalmente, porque provocan la fuga de divisas, como el caso del petróleo, o estimulan la destrucción constante de la naturaleza, como la leña y el carbón.

La generación de electricidad en Panamá debe orientarse hacia los dos campos donde tenemos los mayores recursos: el hídrico y el solar. En el corto plazo, el hídrico es la respuesta; a largo plazo, la energía solar. También está la fuerza eólica, pero no todos los lugares del país reúnen las condiciones para desarrollarla, por lo que debe verse como una opción a lejano plazo. En cuanto al uso del petróleo, debemos planificar el desmantelamiento de las plantas petrotérmicas, de manera que en cuatro o cinco lustros ya no exista ninguna.

El uso de combustible para automóviles debe regularse, hasta que la tecnología popularice el transporte eléctrico o con energía diferente al petróleo. Una medida inmediata sería crear un impuesto para los autos cuyos motores tengan una capacidad superior a los 2,000 centímetros cúbicos. Algo similar puede hacerse con los vehículos a diesel, por razón de la contaminación ambiental. En el caso de los automotores comerciales, la capacidad del motor variaría, según el uso que tengan. Respecto al consumo eléctrico, fijar una cantidad de quilovatios de consumo mínimo, a precio reducido; lo que exceda esa cifra, pagaría una tarifa más alta.

Muchas otras acciones pueden realizarse, pero dependerá de nuestra conciencia y nuestra voluntad como país. Dedicamos ahora importantes recursos al subsidio de la electricidad y el transporte, por causa del encarecimiento del precio del petróleo; recursos que le restamos a otras áreas de nuestra calidad de vida. Hay un problema energético mundial; si no actuamos ahora por previsión, tendremos que actuar más adelante por obligación.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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