jueves, 29 de octubre de 2009

Llamados a vivir en la esperanza

2009-10-25
La Voz del Pastor
Llamados a vivir en la esperanza

En nuestra sociedad actual, estamos viviendo situaciones difíciles. Podemos creer que el mal nos ha venido y que difícilmente esta sociedad puede cambiar. Sin embargo, el cristiano está llamado a vivir en la esperanza, y en ningún momento y menos en el actual podemos perder el horizonte de vivir en una sociedad diferente o en lo que el evangelio nos invita a hacer presente el reino de Dios.

Si observamos a diario nuestra realidad vemos un sinnúmero de situaciones que nos pueden llevar a hacer creer que no hay nada que pueda lograr cambiar nuestra sociedad. Pero ante esta realidad puedo preguntarme ¿qué puedo hacer yo? Y ciertamente podemos disponernos a cambiar la sociedad cambiando aquellas cosas que en cada uno de nosotros, hacen de nuestra sociedad panameña una sociedad sin valores y sin ideales. Propongamos ser hombres y mujeres que dicen siempre la verdad, que son honestos en sus actuaciones privadas y públicas y con una gran capacidad para el trabajo.

Todo esto nos debe llevar a cultivar la conciencia de que uno debe responder a la misión que le haya tocado, sin escudarse en las dificultades para no hacer nada y pasar a otros el problema. La persona responsable no necesita que nadie le empuje al cumplimiento de las tareas que le son propias y le indiquen con detalle cómo ha de proceder para evadir los obstáculos. Hay que entender que la tarea encomendada se encuentra en perfecta proporción con la capacidad de la persona.

En esta tarea de buscar una sociedad diferente, la familia ocupa un lugar muy importante. Los padres son los principales formadores de sus hijos. El éxito en los hijos siempre depende del trabajo que los padres han hecho en el hogar. De allí entonces que el amor por los hijos se manifiesta también en que se le reprenda cuando es necesario. No cumplen los padres de familia cuando se vuelven cómodamente permisivos. Ni tampoco, por cierto, cuando estropean el recurso de la corrección al utilizarlo para imponer su capricho en lugar de incitar al bien. No es verdad que respeta a los demás cuan-do se permite hacer cualquier capricho aún en perjuicio del prójimo. Es un falso respeto, que no se conduele de las trágicas consecuencias que sobre sí atrae quien obra mal.

Los tiempos que corren son difíciles para las familias. Pero los hogares cristianos tienen como modelo a la Sagrada Familia de Nazareth para que todos: padre, madre, hijos y tal vez otros que viven en el hogar, crezcan en sentido de responsabilidad y se apliquen a cumplir su función movidos por el amor a los suyos, sostenidos por la gracia del Señor. Nadie es padre, madre o hijo por casualidad, sino por una llamada del Señor de cuyo cumplimiento no cabe desertar, en la conciencia de que los problemas todos pueden ser enfrentados, soportados y resueltos. San Pablo advertía que Dios mismo, que inició la obra buena, la llevará a buen término. Dispongámonos a trabajar por un mejor país donde reine la verdad, la honestidad, la responsabilidad y la laboriosidad.

Mons. Audilio Aguilar Aguilar
Obispo de Colón - Kuna Yala

Ir a
Panorama Católico Edición Digital

La inteligencia y el primer mundo

2009-10-25
A tiro de piedra
La inteligencia y el primer mundo

A menudo escucho decir que quieren llevarnos al primer mundo, y que, para eso, se instalan semáforos inteligentes, lo cual supone que estamos en un mundo inferior, viviendo entre estructuras y edificios sin inteligencia o, lo que es peor, brutos.

Dar el salto al primer mundo, a ese mundo que nos pintan como idílico, requiere una mentalidad colectiva de primer mundo. Usar equipos y artefactos inteligentes o instalarlos en edificios y áreas públicas, igual reclama del usuario una actitud inteligente. ¿De qué nos sirven los planes del primer mundo, o, por ejemplo: semáforos inteligentes, si nuestra actitud dista mucho de ser la del primer mundo o la de una inteligencia superior? Es como darle un libro a un analfabeta, o caminar a media noche por un paraje peligroso, porque suponemos que toda persona tiene derecho a transitar libremente y a que le sea respetada su integridad física. Ni el analfabeta podrá sacar provecho de la lectura, si no le enseñan a leer, ni el ladrón dejará de robar si continúa siendo ladrón.

El cuento político de saltarnos al primer mundo, sin hacer cambiar la mentalidad de cuarto, quinto, o sexto mundo que tenemos, no pasará de utopía o fábula. Allí están los semáforos, que pronto entrarán a funcionar, para que conduzcamos de forma segura y expedita por nuestras calles y avenidas. Si esos semáforos, que dicen son inteligentes, no son respetados por los conductores que actúan como brutos, no servirán de nada.

Los semáforos actuales, aunque tarados o sin inteligencia, sabemos muy bien que, aún en su estupidez, señalan el alto con la luz roja, y que la luz verde es para el auto que transita por el otro lado de la vía. ¿Qué cosa diferente haría otro semáforo que se dice inteligente? Ninguna, en mi opinión. Lo distinto está en que el nuevo semáforo nos dará la señal verde en secuencia, según la cantidad de tráfico, y roja cuando sea el caso. Hasta aquí vamos bien, pero, y está comprobado, el bruto, que en este caso es el conductor irresponsable y no el aparato de señales de tráfico, bloqueará la vía igual que hace con el semáforo sin inteligencia, y provocará el mismo tranque que ya es cosa común entre nosotros.

Para saltar al primer mundo necesitamos actitud y educación de primer mundo, para provocar mentalidad de primer mundo. Educación cívica, instrucción escolar, ejercicio de la intelectualidad, urbanidad, valores, moral, y cultura. Sin este cambio, el salto es insuficiente para superar la barrera que nos separa de ese mundo primo.

Llenarnos podremos de tecnología, edificios y semáforos inteligentes, bienes y servicios de primer mundo, pero serán como un libro para un analfabeta, o una ocasión de robar para un ladrón. Inteligencia y mentalidad de primer mundo son prerrequisitos para dar el salto hacia allá. Y no lo haremos, mientras sea la brutalidad la que impere como principal rasgo cultural del común de los panameños.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

Pobreza

2009-10-25
Editorial
Pobreza

La reciente Encuesta de Niveles de Vida (ENV), que se realiza cada cinco años, revela que un tercio de la población panameña es pobre, y que la mitad de ese tercio vive en condiciones de pobreza extrema. Comparada con la encuesta anterior, algo hemos mejorado, pero nos hace falta un mayor esfuerzo para disminuir mucho más el nivel de pobreza en el país.

Vistos los indicadores de manera global, diríamos que avanzamos hacia mejores días, pero al analizar los datos, según región y sector de población, nos enfrentamos a una realidad más dura y cruel: la infancia, los campesinos, y los indígenas, llevan una existencia de miseria y pobreza inhumanas. Casi la mitad de los menores de 6 años se encuentra en condición de pobreza total, un poco más de la mitad de los campesinos vive en la pobreza, y 19 de cada 20 pobladores indígenas vive en la pauperización.

El gobierno que inicia su itinerario de cinco años tiene intenciones de disminuir la pobreza de manera patente, lo que hace soplar un aire esperanzador. Sin embargo, le recordamos que sus promesas deben hacerse realidad, bajo la perspectiva de la equidad y el deber de subsidiariedad del estado, para que sus planes cumplan con el principio de justicia social que le den la legitimidad que no da la ley, sino el propio pueblo a sus gobernantes.

Necesitamos una cultura solidaria, que nos mueva a aportar de lo nuestro al desvalido. Pagar los impuestos, abandonar el vicio del dinero ocioso, ayudar al desarrollo de las empresas familiares y artesanales, emitir bonos populares para que la población pueda ahorrar y recibir, aunque sea una porción, de los cientos de millones que el gobierno invierte y que le dan ganancias en interés a los más ricos. Tantas otras cosas pueden hacerse, y sólo esperan por la decisión política que las pongan en marcha. Así, sin más.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

Patrimonio nacional

2009-10-25
El Ojo del Profeta
Patrimonio nacional

Una nación necesita de su historia, símbolos y elementos culturales que le sean comunes y le den cohesión como colectividad. Sin ellos, la población se desarraiga y pierde todo valor y orgullo nacional, haciéndose dependiente de la cultura foránea.

En Panamá, nuestros símbolos y valores culturales resultan endebles, en algunos casos, y se van perdiendo poco a poco en el tiempo, por el poco aprecio que se llega a tener de ellos. Tal es el caso de la flor del Espíritu Santo, símbolo nacional, que es muy poco conocida por los panameños, a no ser las fotografías que en algún libro o revista ilustra alguna de sus páginas. De allí que la iniciativa gubernamental de preservarla, para evitar su extinción y para que la conozcan los nacionales, sea plausible y necesaria. Quiera Dios y así ocurra, para el bien de nuestra nacionalidad.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

lunes, 19 de octubre de 2009

Pedro el Venerable

2009-10-18
La Voz del Pastor
Pedro el Venerable

Extracto de la catequesis pronunciada del Papa Benedicto XVI, durante la Audiencia General, del miércoles 14 de octubre en la Plaza de San Pedro.

Queridos hermanos y hermanas:

La figura de Pedro el Venerable, que quisiera presentar en la catequesis de hoy, nos lleva otra vez a la célebre abadía de Cluny, a su “decoro” (decor) y a su “nitor” (nitor) – por utilizar los términos habituales en los textos cluniacenses – decoro y esplendor, que se admiran sobre todo en la belleza de la liturgia, camino privilegiado para llegar hasta Dios. Aún más que estos aspectos, sin embargo, la personalidad de Pedro recuerda la santidad de los grandes abades cluniacenses: en Cluny “no hubo un solo abad que no fuera santo”, afirmaba en el 1080 el papa Gregorio VII. Entre estos se coloca Pedro el Venerable, que recoge en sí un poco todas las virtudes de sus predecesores, aunque ya con él Cluny, frente a nuevas órdenes como la de Cîteaux (Císter, n.d.t.), empieza a mostrar algún síntoma de crisis. Pedro es un ejemplo admirable de asceta riguroso consigo mismo y comprensivo con los demás. Nacido alrededor del año 1094 en la región francesa de Alvernia, entró de niño en el monasterio de Sauxillanges, donde llegó a ser monje profeso y después prior. En 1122 fue elegido Abad de Cluny, y permaneció en este cargo hasta su muerte, que ocurrió en el día de Navidad de 1156, como él había deseado. “Amante de la paz – escribe su biógrafo Rodolfo – obtuvo la paz en la gloria de Dios en el día de la paz” (Vita, I,17; PL 189,28).

Cuantos lo conocieron destacan su señorial mansedumbre, su sereno equilibrio, su dominio de sí, su rectitud, su lealtad, su lucidez y su especial actitud de meditación. “Está en mi propia naturaleza escribía – el ser bastante indulgente; a ello me incita mi costumbre de perdonar. Estoy acostumbrado a soportar y a perdonar” (Ep. 192, in: The Letters of Peter the Venerable, Harvard University Press, 1967, p. 446). Decía también: “Con aquellos que odian la paz quisiéramos, en lo posible, ser siempre pacíficos” (Ep. 100, l.c., p. 261). Y escribía de sí mismo: “No soy de aquellos que no están contentos con su suerte... cuyo espíritu está siempre en ansia o en duda, y que se lamentan porque todos los demás descansan y ellos están solos trabajando” (Ep. 182, p. 425). De índole sensible y afectuosa, sabía conjugar el amor por el Señor con la ternura hacia sus familiares, particularmente hacia su madre, y hacia los amigos. Fue un cultivador de la amistad, de modo especial hacia sus monjes, que habitualmente se le confiaban, seguros de ser acogidos y comprendidos. Según el testimonio de su biógrafo, "no despreciaba y no rechazaba a nadie" (Vita, I,3: PL 189,19); "se mostraba amable con todos; en su bondad innata estaba abierto a todos” (ibid., I,1: PL, 189,17).

Podríamos decir que este santo Abad constituye un ejemplo también para los monjes y los cristianos de nuestro tiempo, marcado por un ritmo de vida frenético, donde no son raros los episodios de intolerancia y de incomunicación, las divisiones y los conflictos. Si testimonio nos invita a saber unir el amor a Dios con el amor al prójimo, y a no cansarnos de reanudar relaciones de fraternidad y de reconciliación. Solía decir: “De un hombre se podrá obtener más tolerándolo que no irritándolo con lamentaciones” (Ep. 172, l.c., p. 409). El abandono forzoso de la quietud contemplativa le costaba. Confesaba: “Voy de un lugar a otro, me afano, me inquieto, me atormento, arrastrado aquí y allí; tengo la mente dirigida ahora a mis asuntos, ahora a los de los demás, no sin gran agitación de mi alma" (Ep. 91, l.c., p. 233). Aun teniendo que hacer juegos malabares entre los poderes y los señoríos que rodeaban a Cluny, consiguió, gracias a su sentido de la medida, a su magnanimidad y a su realismo, conservar una habitual tranquilidad.

Con vivo sentido eclesial, Pedro el Venerable afirmaba que los acontecimientos del pueblo cristiano deben sentirlos “en lo íntimo del corazón” quienes se cuentan entre “los miembros del cuerpo de Cristo" (Ep. 164, l.c., p. 397). Y añadía: “No está alimentado por el Espíritu de Cristo quien no siente las heridas del cuerpo de Cristo", da igual donde se produzcan (ibid.). Mostraba además atención y solicitud por quienes estaban fuera de la Iglesia, en particular por judíos y musulmanes: para favorecer el conocimiento de estos últimos, hizo traducir el Corán. Al respecto, observa un historiador reciente: “En medio de la intransigencia de los hombres medievales – incluso de los más grandes – admiramos un ejemplo sublime de la delicadeza a la que conduce la caridad cristiana” (J. Leclercq, Pietro il Venerabile, Jaca Book, 1991, p. 189). Otros aspectos de la vida cristiana que le eran queridos eran el amor a la Eucaristía y la devoción hacia la Virgen María. Sobre el Santísimo Sacramento nos ha dejado páginas que constituyen “una de las obras de arte de la literatura eucarística de todos los tiempos” (ibid., p. 267), y sobre la Madre de Dios ha escrito reflexiones iluminadoras, contemplándola siempre en estrecha colaboración con Jesús Redentor y con su obra de salvación.

Pedro el Venerable sentía también predilección por la actividad literaria y tenía talento para ella. Anotaba sus reflexiones, persuadido de la importancia de usar la pluma casi como un arado para “esparcir en el papel la semilla del Verbo" (Ep. 20, p. 38). Aunque no fue un teólogo sistemático, fue un gran indagador del misterio de Dios. Su teología profundiza en las raíces de la oración, especialmente en la litúrgica y entre los misterios de Cristo, prefería el de la Transfiguración, en el que ya se prefigura la Resurrección. Fue precisamente él quien introdujo en Cluny esta fiesta, componiendo un oficio especial, en el que se refleja la característica piedad teológica de Pedro y de la orden Cluniacense, dirigida toda a la contemplación del rostro glorioso (gloriosa facies) de Cristo, encontrando en él las razones de esa ardiente alegría que marcaba su espíritu y que se irradiaba en la liturgia del monasterio.

Queridos hermanos y hermanos, este santo monje es ciertamente un ejemplo de santidad monástica, alimentada en las fuentes de la tradición benedictina. Para él el ideal del monje consiste en “adherirse tenazmente a Cristo” (Ep. 53, l.c., p. 161), en una vida claustral distinguida por la “humildad monástica” (ibid.) y por la laboriosidad (Ep. 77, l.c., p. 211), como también por un clima de contemplación silenciosa y de constante alabanza a Dios. La primera y más importante ocupación del monje, según Pedro de Cluny, es la celebración solemne del oficio divino – "obra celeste y de todas la más útil" (Statuta, I, 1026) – acompañada con la lectura, la meditación, la oración personal y la penitencia observada con discreción (cfr Ep. 20, l.c., p. 40). Podríamos decir, concluyendo que este estilo de vida unido al trabajo cotidiano, constituye, para san Benito, el ideal del monje, nos concierne también a todos nosotros, puede ser, en gran medida, el estilo de vida del cristiano que quiere ser auténtico discípulo de Cristo, caracterizado precisamente por la adhesión tenaz a Él, la humildad, la laboriosidad y la capacidad de perdón y de paz.

S. S. Benedicto XVI
Obispo de Roma


Ir a
Panorama Católico Edición Digital

La decadencia argentina

2009-10-18
A tiro de piedra
La decadencia argentina

Maradona es uno de los jugadores de fútbol más grandes de todos los tiempos, pero resulta un fiasco como director de la selección. Aún con importantes figuras del fútbol mundial, lleva al descalabro la selección de su país.

Realmente Argentina no se merece el bochorno que está pasando, porque es un equipo con muchos seguidores, y una de las esperanzas de llegar a la final de la Copa Mundial, junto con Brasil. Jugarse la clasificación con Diego Armando Maradona al frente, sólo por haber sido un gran jugador, y el mejor en su momento, no es mérito suficiente. Las eliminatorias y el campeonato mundial mismo obliga a conjugar el conocimiento y la habilidad de los jugadores, con la experiencia, el saber y la estrategia del seleccionador o director de las selecciones nacionales. Argentina tiene excelentes jugadores, pero no se puede decir lo mismo del actual timonel.

No traigo a menos a Maradona, pero, tampoco, me animo a ser maradoniano. Dentro de la cancha reconozco sus méritos, aunque no lo considero el más grande; fuera de ella, es un desastre, a pesar de la agónica clasificación de la semana pasada. Sólo veamos su trayectoria comparada con otros tres grandes: Pelé, Beckenbauer, y Platini. Todos grandes, Maradona entre ellos, pero los otros le superan fuera del campo, en respeto, logros, y actitud de vida personal. De los cuatro, Franz Beckenbauer fue el único que tuvo una exitosa carrera como técnico alcanzando, incluso, el campeonato mundial de fútbol con la selección de su país, precisamente, ante Argentina, en 1990. Los otros dos optaron por rechazar la dirección de sus selecciones nacionales, porque conocían sus limitaciones, y prefirieron seguir vinculados al fútbol mundial de otra manera, aunque Platini lo intentó por poco tiempo en 1988.

Con Maradona, Argentina tropieza y no da seguridad. Lástima, porque Messi, Higuaín, Gago, Heinze, y otras grandes figuras de ese país se merecen más de lo que reciben actualmente. Los jugadores son buenos y están a la altura, su técnico no.

Maradona como jugador fue bueno, y hasta allí debemos dejarlo. No resultó como técnico en el equipo de segunda que dirigió en Argentina. No resulta bueno con la absoluta. Su ego parece ser opuestamente proporcional a su estatura, por lo que le resulta difícil dejar el cargo. Respondió a una crítica de Pelé diciendo que él había jugado en Europa y el otro no. Olvida que tuvo que nacionalizarse español. En los tiempos de Pelé poco aceptaban a los jugadores extranjeros. Sin embargo, los títulos de Pelé con su equipo brasileño son dignos de reconocer, incluidas las copas intercontinentales.

Pelé jugó 1366 partidos en su carrera, y marcó 1282 goles, para un promedio de 0.94. Maradona, en partidos y goles, llega a la mitad de “O Rei”. En Europa, el promedio de goles de Maradona rondó 0.50, salvo en el Barcelona en 1982-1984 que fue un poco mejor: 0.65 y en Argentina de 0.69. Nunca superó el 70% como goleador. Fue grande, sin duda, el argentino, pero como técnico aún le falta demostrar su grandeza, y no le queda tiempo. Decir más, sobra.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a
Panorama Católico Edición Digital

Día del médico católico

2009-10-18
Editorial
Día del médico católico

La profesión médica es un oficio noble que, en la buena praxis, coadyuva en el plan de Dios a la búsqueda del bienestar de los seres humanos. Muchas son las personas que dedicadas a la práctica de la medicina, nos dan ejemplo de dedicación, entrega generosa, y abnegado apostolado a favor de los enfermos y pacientes aquejados por diversos males de salud.

Por eso, nuestra Iglesia ha querido reconocer esa virtud cristiana y humana de tantos hombres y mujeres profesionales de la medicina, dedicando la fecha del 18 de octubre al médico católico. Reconocimiento que, hoy, cobra especial significado para los que eligen tal carrera, en momentos en que el médico católico o católica, es perseguido, en muchos lugares del mundo, a consecuencia de su creencia.

Ser católico y médico implica vivir la profesión desde el amor cristiano, la vocación, y el conflicto ético diario entre la corriente del mundo y los valores y principios que moralmente le impone su fe. Resulta difícil, ya lo dijimos, pero no imposible. Dios actúa y socorre, ante la persecución y la burla que, a fuerza de imposiciones legislativas y judiciales, se desata en el mundo contra los profesionales de la medicina cristianos, especialmente hacia los católicos, a quienes se ataca con mayor dureza.

Afortunadamente, en Panamá, aún no llegamos a esos extremos, aunque ya existen casos aislados, que nacen de actitudes personales más que institucionales. A los hombres y mujeres médicos que ejercen entre nosotros, le deseamos un feliz día, y les saludamos con las palabras que el Señor dijo a sus discípulos, cuando enfrentaban el peligro: ¡Ánimo, no temáis! Que yo estoy en medio de ustedes.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a
Panorama Católico Edición Digital

Espacios públicos

2009-10-18
El Ojo del Profeta
Espacios públicos

El fenómeno más notable de la vida en sociedad es el surgimiento de las ciudades, porque ha provocado el desarrollo de la vida comunitaria. El hombre pasó de la caverna a los campos, y de los campos a la ciudad. Todo para su progreso y su bienestar. Pero cuando la autoridad permite el desorden y la impunidad de quien atenta contra el bien público, deviene en caos la convivencia que se supone debe hacerle bien a la comunidad.

Tal es el caso de quienes ocupan, para su uso y provecho propio, los espacios públicos, como es el caso de nuestra ciudad capital. Los automóviles, objetos de lata y hierro, parecieran anteponerse a la persona. Mientras hombres y mujeres de toda edad y condición física deben lanzarse a la calle, para transitar entre el peligro, los autos son estacionados sobre la servidumbre y las aceras. Ya es tiempo de devolverle a la población los espacios públicos, pero sin autoridad conciente y decidida, todo anhelo en ese sentido será utopía.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a
Panorama Católico Edición Digital

lunes, 12 de octubre de 2009

La realidad misionera en la iniciación cristiana

2009-10-11
La Voz del Pastor
La realidad misionera en la iniciación cristiana

Estamos viviendo el mes dedicado a las misiones, como también se le llama el mes del Rosario. En torno a esta realidad y viendo el documento de Aparecida, que nos llama a una conversión pastoral y personal; puedo compartir con el pueblo panameño la realidad vivida a lo largo de este año en un sector de la misión de Darién.

Hace unos siete meses vivimos el naufragio de una lancha que venía con un grupo de jóvenes entusiastas y deportistas rumbo hacia Santa Fe, para participar de algunas jornadas deportivas en esa zona misionera. Estos jóvenes pertenecían al grupo juvenil de la Iglesia católica ubicada en Jaqué. Nueve de ellos con dos niños desaparecieron y nunca jamás se volvió a ver sus cuerpos. Sin embargo, el grupo siguió adelante y se ha venido preparando un buen grupo para vivir el gran acontecimiento de la iniciación cristiana a través de los tres sacramentos de iniciación; los días tres, cuatro y cinco de octubre, fecha en que se estaban cumpliendo los siete meses de la desaparición de sus compañeros en el deporte y en sus actividades juveniles, un buen grupo de entre ellos recibieron los sacramentos del Bautismo, la Primera Comunión y la Confirmación; llegando el último día a ser cincuenta y dos jóvenes quienes recibieron la Confirmación.

Pienso que es un momento de gracia para la comunidad cristiana de Jaqué, esta gran fiesta vivida en dicha realidad, ya que esto nos invita a descubrir que los caminos del Señor deben seguir por procesos muy purificadores para que la comunidad despierte y todos seamos capaces de buscar a Dios en todo momento y lugar. Algo interesante de tomar en cuenta es la buena participación de toda la comunidad cristiana de Jaqué, del equipo misionero de ese sector y de los profesores y maestros que van contribuyendo desde la pastoral educativa para que todos estos acontecimientos se realicen girando en torno a la persona de Jesús.

Cabe destacar que no todo ha sido superado, existen ciertos resentimientos y lamentaciones, normales en una comunidad que sufrió la pérdida irreparable de estos jóvenes, pero el Señor ha estado grande con ella y sigue caminando en la búsqueda constante de la voluntad del Señor. A esto podemos añadir que existe un grupo de unos quince jóvenes que se siguen preparando para realizar sus vidas en esta iniciación cristiana y otros que van surgiendo y tienen el deseo de vivir esta fiesta en Jesucristo; confiamos que las motivaciones que va dando el documento conclusivo de Aparecida dé fortaleza a todas las zonas misioneras de Darién y a todo nuestro país para que asumamos un cristianismo de verdad, donde todos nos sintamos discípulos de Jesucristo y seamos capaces de llevar adelante la misión evangelizadora, teniendo en cuenta que todos hemos sido llamados a vivir nuestra experiencia, no desde grandes acciones pastorales, sino desde la acogida, escucha y la motivación que realicemos en nuestros hermanos y hermanas para que tengan un verdadero encuentro con Jesucristo, no desde acciones negativas que han llevado a nuestra iglesia a perder tantos miembros; sino desde acciones positivas, que, desde la sencillez, humildad y sereno caminar por la vida puedan hacernos recapacitar y descubrir los caminos del Señor viviendo nuestra experiencia desde un compromiso más radical con las promesas de nuestro bautismo y sin caer en la crítica y juicios temerarios, saber ser atrayentes para muchos en el bello caminar de la vida, siendo grandes enamorados de la llamada que el Señor nos hace a ser auténticos discípulos misioneros para que nuestros pueblos en El tengan vida en abundancia. Es un reto para todos el que nuestra misión de Darién pueda dar el paso hacia un compromiso más fuerte y con mayor ardor.

Verdaderamente que nuestra misión tiene materia prima en abundancia, pero debemos valorarla y darles todo el apoyo necesario para que se sientan llamados a vivir una experiencia cristiana firme y arrolladora, que lleve a todos a sentirse involucrados en una misión, no sólo continental, sino también mundial; y existan personas con capacidad de abrirse a otras latitudes con el fin de compartir la vivencia cristiana desde lo que Dios va haciendo entre la pequeñez y pobreza de un pueblo que desea desarrollarse y contribuir al buen caminar de la nación.

Que el Dios de la Vida nos inspire a todos los panameños a seguir el ejemplo de esta juventud que se levanta con deseos de amar, trabajar y compartir la fe en gracia, sencillez y bondad del corazón. Que María nuestra Madre, en este mes del Rosario nos siga acompañando en la vivencia de los misterios de Jesucristo para que seamos perseverantes en nuestra tarea misionera.

Mons. Pedro Hernández Cantarero, cmf.
Vicario Apostólico de Darién


Ir a Panorama Católico Edición Digital

Asociación de belenistas

2009-10-11
A tiro de piedra
Asociación de belenistas

El rescate de la celebración de la auténtica Navidad es la meta que se propone la recién creada Asociación de Belenistas. Desde el empedrado salón parroquial de San José, un anciano fraile, con ánimo juvenil, impulsa con fuerza esa iniciativa.

Veinticuatro cristianos firmaron el acta de fundación, la víspera de la fiesta del creador del Nacimiento o Pesebre, san Francisco de Asís, movidos por el ferviente deseo de celebrar y promover los inmensos valores del acontecimiento ocurrido en Belén de Judá, y que revolucionó al mundo con el alumbramiento del Niño Jesús. Valores que en la actualidad son trastocados, por el afán de lucro y la secularización de la fiesta navideña, por parte de quienes sólo ven el mercantilismo, y por los que se dejan arrastrar por la corriente mundana que niega a Dios y antepone el falso bienestar de la humanidad, basándolo exclusivamente en el beneficio material.

La degradación de los valores de la Navidad empieza por la suplantación de los signos cristianos. Figuras creadas por la imaginación como Santa Claus, los duendes, renos voladores, enanos, muñecos de nieve, y otras, se propagan, a fuerza de publicidad, como símbolos válidos, empujando a olvidarse de lo esencial: el pesebre, los pastores, los magos sobre sus camellos, el ángel, María y José, y el protagonista central: Jesús niño.

Para rescatar el verdadero sentido de la Navidad, nos corresponde a los cristianos hacer dos cosas importantes: aprender la realidad del Misterio de Belén, y enseñarla a las personas que nos rodean. Si alguno desea contribuir, sinceramente, con este esfuerzo, puede comenzar por eliminar todo símbolo espúreo o falso de la decoración navideña de su hogar, y resaltar los auténticamente cristianos. Es un buen comienzo. De igual manera, en las tarjetas de felicitación que envíe y reciba, debe proponerse que el mensaje y los signos sean los correctos. Nada de “Felices Fiestas”, cuando debe decir “Feliz Navidad”. Si la tarjeta que le ofrecen no lo dice así, busque otra, y si la que recibe no lo expresa de esa manera, llame a quien se la envió y pídale, que para la próxima ocasión, le dé la que corresponde, explicándole con amabilidad el porqué le pide esto.

Desde hace algunos años se impulsa la descristianización de la Navidad, quitando de las felicitaciones la palabra “Navidad”, reemplazándola por fiestas. Cosa absurda. ¿Se atreverían a cambiar el Ramadán por otra palabra, o el Pesaj judío por otro vocablo? ¿Por qué quieren hacerlo con la Navidad? ¿Acaso el sentido de la Navidad no es recordar el nacimiento de Cristo?

Con la Asociación de Belenistas esperamos revertir tales aberraciones y distorsiones hacia la Natividad, la fiesta del nacimiento del Hijo de Dios, Cristo Jesús, a través de la exaltación del Misterio de Belén, manifestado en el humilde pesebre que sirvió de cobijo al Salvador del Mundo y a la Familia de Nazaret.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

Mirada retrospectiva

2009-10-11
Editorial
Mirada retrospectiva

Hace 41 años el país pasó de la democracia a la dictadura, lo que provocó cambios profundos en la sociedad panameña. El ambiente social, político, económico y cultural se vio afectado grandemente. De esos 41 años, contados a partir del 11 de octubre de 1968, casi la mitad lo hemos vivido en la reciente etapa democrática.

Al cumplirse un aniversario más del golpe de estado de 1968, se impone una mirada retrospectiva de nuestra realidad nacional, para analizar los efectos y las consecuencias que tuvo la dictadura y que ha tenido la actual era democrática. Sólo examinando nuestro presente, producto de la simbiosis entre dictadura y democracia, podemos aprender del pasado para pensar en el futuro.

La dictadura nos dejó una profunda herida en los muertos y desaparecidos, la destrucción de las instituciones democráticas, y la conculcación de las libertades públicas. También provocó la base de participación popular que encontró arraigo social, y el despertar del civilismo de la población, que desembocó en la recuperación de la democracia. Herencia esta que incide fuertemente en el desenvolvimiento de los actores sociales de hoy.

Fechas como la de este domingo 11 de octubre nos retan a ver, con ojos críticos, lo que ha sido y es nuestra historia, con sus éxitos, aciertos, amarguras y desengaños. Valorar cada acontecimiento y cada figura en la medida justa que le corresponda, libre de distorsiones, ensalzamientos o detracciones inmerecidos, odios, rencores, y sectarismos. Hoy, quizá, no es un día para celebrar, pero, tampoco, para olvidar. Trabajamos y luchamos denodadamente por la justicia, ahora nos toca actuar justamente, para vivir en verdadera libertad como pueblo y nación.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

Seguridad alimentaria

2009-10-11
El Ojo del Profeta
Seguridad alimentaria

La producción mundial de alimentos enfrenta el problema de calidad y distribución, que repercute en el estado de nutrición de los habitantes del planeta. Más que la escasez provocada por la cantidad insuficiente, son el acaparamiento, el control planificado, y el encarecimiento del precio, los que golpean a la población pobre del mundo.

De allí la importancia de la política estatal de seguridad alimentaria que asumamos, para fomentar la producción local y garantizar el abastecimiento externo en condiciones asequibles. Nuestra autosuficiencia alimentaria básica es vital, por lo que debe redoblarse el esfuerzo que se realiza en los planes nacionales dirigidos a esa meta. La alimentación, la nutrición y el bienestar moral y espiritual de la población son tan importantes, como la educación, la salud, o la vivienda. Corresponde al gobierno y a los particulares trabajar, denodadamente, en ese sentido, y afrontar el reto de la seguridad alimentaria con prontitud y decisión, en función de la colectividad y no de la ganancia o el interés sectario, que le da mucho a pocos y poco a muchos.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

San Francisco de Asís

2009-10-04
La Voz del Pastor
San Francisco de Asís

Al celebrar la fiesta de san Francisco de Asís pedimos a Dios la gracia de poder contemplar a los Santos sin caer en el error de proyectar sus rostros sobre nuestras preocupaciones materiales, nuestra forma de ver las cosas, nuestra sensibilidad o incluso nuestro sentimentalismo.

Por el contrario, tenemos que permitir que, desde sus rostros, emane justamente la luz que deben y quieren reflejar.

Queremos contemplar hoy el rostro de san Francisco de Asís, ese rostro con el que todos, incluso los no creyentes, se han encariñado con facilidad, debido a los múltiples elementos delicados, poéticos y humanos, propios de la paz y del verdadero amor; el amor a la naturaleza, la pasión por la pobreza, las exigencias de la paz.

En la Historia de la Iglesia es posible que no haya existido un momento tan decadente y peligroso como cuando Francisco vino al mundo, en el año 1181. El siglo de Francisco recibió la denominación de “siglo de hierro”, y la Iglesia se encontraba abrumada, casi vencida por los problemas, las humillaciones y los pecados. Se decía: “La Iglesia se encontraba en tal estado de humillación que si Jesús no hubiese intervenido enviando una prole con espíritu de pobreza habría tenido que padecer un juicio mortal”.

Francisco es el hombre más parecido a Cristo que ha venido al mundo. Esto, de por sí es un juicio que tendríamos que dejar a Dios, porque solo Él conoce lo más íntimo de las conciencias; pero es un juicio acertado si se piensa en la impresión que Francisco causó en sus contemporáneos y en toda la esperanza que este hombre, tan sencillo y pobre, supo despertar.

El 15 de julio de 1228, ni siquiera habían pasado dos años de su muerte cuando el papa Gregorio IX lo proclamó santo y fijó su fiesta el 4 de octubre.

Los términos y las expresiones utilizadas por sus biógrafos para referirse a él son bíblicos: “La gracia de Dios, nuestro Salvador, ha aparecido recientemente en su siervo Francisco”, escribió san Buenaventura acerca de su nacimiento. “Os anunciamos un gran gozo, nunca se había oído un portento similar en el mundo, salvo en el Hijo de Dios que es Cristo Nuestro Señor”, decía el hermano León en la carta apostólica que anunciaba a los demás hermanos la muerte de Francisco.

Si seguimos la lectura de su Testamento, podremos encontrar las siguientes palabras: El Señor me dio tanta fe en las Iglesias que yo simplemente rezaba y decía: Te adoramos, Jesús Nuestro Señor, en todas las iglesias que hay en el mundo entero y Te bendecimos porque con tu Santa Cruz has redimido al mundo”.

Cuando Jesucristo le dijo: “Ve y reconstruye mi Iglesia que, como ves, está en ruinas”, Francisco tomó esas palabras al pie de la letra: vio tres pequeñas iglesias: San Damián, San Pedro y la Porciúncula, que se estaban desmoronando y se dijo: “Voy a entregar a mi Dios el precio de mi sudor”, por lo que se dispuso a reconstruirlas. Pero esto no lo hizo únicamente porque se equivocó al interpretar la palabra de Cristo, sino sobre todo porque se sintió lleno realmente de “tanta fe en las iglesias” en las que se adoraba a Dios, las iglesias materiales, en su concreción más humilde, las iglesias de piedra, por las que valía la pena que entregara su tiempo y sus esfuerzos.

Francisco quiso restaurar la Iglesia, pero la Iglesia de Cristo, la que pertenecía al Señor, de modo que sus puntos de referencia fueron exclusivamente los que vinculan a Jesucristo a la Iglesia de una manera concreta y perpetua: la Eucaristía, el Sacerdocio y la Sagrada Escritura.

Hay diversos episodios en los que se refiere cómo Francisco se encontró con unos herejes que se oponían a la Iglesia y que querían aprovecharse de su venida, por lo que le llevaron ante el sacerdote del pueblo que vivía en concubinato y era motivo de escándalo y le preguntaron: “¿Qué hay que hacer con este sacerdote?” y Francisco se dirigió hacia él y le dijo: “Yo no sé si tú eres un pecador, pero sí sé que tus manos pueden tocar el verbo de Dios” y se arrodilló para besar las manos del sacerdote.

Tomás de Celano decía en la Vita secunda: Todas las fibras de su ser ardían de amor al Sacramento del Cuerpo del Señor preso de un inconmensurable estupor… Quería que se demostrara un gran respeto por las manos del sacerdote porque a él le ha sido conferido el divino poder de consagrar este sacramento. En este sentido solía decir: “Si me encontrara con un santo bajado del cielo y con un sacerdote pobrecillo, saludaría en primer lugar al sacerdote trataría de besarle las manos y diría: Eh, espera, san Lorenzo, porque las manos de este hombre tocan el Verbo de vida y poseen un poder sobrehumano”.

Pero este célebre “amor franciscano” no nacía de la sensibilidad o de la delicadez poética de Francisco, sino de su “espiritualidad”. Es significativo que la Legenda maior titule el capítulo que recoge estos relatos: “Cómo las Criaturas que carecen de razón parecían quererle”. Lo contrario de lo que se suele pensar, eran las criaturas las que se sentían amadas y atraídas por este hombre y lo reconocían y sentían su piedad. Y Francisco las amaba porque en ellas veía al Creador de las mismas o al Redentor del que constituían un símbolo.

Incluso sentía un gran afecto por los gusanos porque la Sagrada Escritura decía del Señor: “Yo soy un gusano y no un hombre”, y los retiraba del camino para que nadie los pisara. Si Francisco veía un cordero entre cabras, se conmovía porque le hacía pensar en el Cordero de Dios caminando entre los fariseos; si veía un corderillo muerto, lloraba al pensar en el Cordero de Dios muerto: “Ay de mi hermano corderillo que eres un representante de Cristo para los hombres”. Si veía unas flores, pensaba en la flor luminosa que brota en el corazón del invierno; si veía cortar un árbol, rezaba para que se reservase al menos un ramo porque también Cristo había brotado como un retoño en el viejo tronco de Jessé; y una piedra le recordaba con emoción a Cristo como piedra angular.

El amor a las criaturas era el amor a la paternidad de Dios y a la fraternidad de Cristo, que contenía y abrazaba todo significado.

Francisco se encontraba ya consumido por la enfermedad. No podía soportar ni la luz del sol durante el día ni la del fuego durante la noche. Estaba casi ciego. Y con un dolor atroz en los ojos que le atormentaba sin pausa. Vivía en una pequeña celda infestaba de ratones que por las noches roían su cuerpo y de día le impedían rezar e incluso comer. Y entonces, dice su biógrafo: “Francisco sintió piedad de sí mismo y rezó: “Señor, socórreme en mi enfermedad”. Y Dios le propuso, a partir de entonces, “la serenidad de su reino”.

Mons. Carlos María Ariz, c.m.f.
Obispo Emérito de Colón


Ir a
Panorama Católico Edición Digital

El entierro de Endara

2009-10-04
A tiro de piedra
El entierro de Endara

Guillermo Endara Galimany convocó al pueblo panameño en su despedida de este mundo. Como ex presidente y hombre público le fue reconocida, de esa manera, su fama de hombre honesto, humilde y sencillo, también, su acendrado sentido democrático y su civilismo.

Creo que la sociedad panameña, desde los políticos y los civiles, pasando por el pueblo sencillo, coinciden en la personalidad de quien asumió el gobierno después de la invasión, en un ambiente de destrucción y ruina, que poco resultado exitoso auguraba. Sin embargo, Guillermo Endara, junto a su equipo de gobierno, supo recoger el entusiasmo y el deseo de reconstrucción y reconciliación de gran parte de la población.

Dos experiencias personales me quedan de él: cuando una de mis sobrinas, aún muy pequeña, se le acerca al final de una misa en el templo de Santa Ana, y le dice: “señor Endara, yo quiero que se acabe la guerra”. Él respondió abrazándola y diciéndole: “pronto se va a acabar”. Y cuando, después de una polémica pública, en el ejercicio él de la presidencia, y yo como periodista, acudí a la Presidencia de la República acompañando a Bárbara Bloise, a la sazón presidenta del Colegio Nacional de Periodistas (yo era su vicepresidente), para un asunto que tenía que ver con la legislación de prensa. Al saludarlo, me recibió cordialmente, en un pequeño despacho que él utilizaba para trabajar. Allí aproveché para aclarar lo de la polémica, en una conversación a solas, y para hablar sobre la inversión que debíamos hacer en el tema de la democracia. Fueron apenas 5 minutos, pero muy francos y provechosos de parte y parte.

Si algo merece Endara es un monumento que lo recuerde, a la manera de los prohombres de la patria. Una estatua sería lo apropiado, como se hace para recordar la grandeza de quienes le han servido a la patria. Nada pretencioso, sino una figura o busto que haga memoria de su obra y su sencillez.

La nación y la patria, y esto lo entendía muy bien Guillermo Endara Galimany, es toda la memoria histórica. Merecido tiene un monumento, pero creo que no hubiera estado de acuerdo en borrar el nombre de otro personaje nacional, para que pusieran el suyo. La familia puede decirlo con más autoridad que el resto.

Algunos piden su nombre para la llamada cinta costera, que usurpa el del Bulevar Balboa, a pesar de que en 4 años se cumplirá el 500 aniversario del descubrimiento del Mar del Sur, acontecimiento no sólo de Panamá, sino del mundo entero, o para la Avenida Nicanor de Obarrio (Calle 50). Endara, hombre humilde por antonomasia, e intelectual por añadidura, seguro se habría negado a ello. Sin embargo, la idea puede usarse. Propongo, desde aquí, el tramo que va del cruce de la Vía Israel, esquina con la Escuela Profesional, y se adentra en Punta Pacífica. Esa avenida, que yo conozca, no tiene un nombre relevante, y cobraría prestigio si llevara el nombre de Guillermo Endara Galimany.

El funeral del ex presidente Endara nos unió en el reconocimiento de sus virtudes; igual debe unirnos en el memorial público que le hagamos, para que esa unidad no nos fraccione ni nos empuje a eliminar sitios públicos o calles dedicadas a otros personajes de nuestra historia patria.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a
Panorama Católico Edición Digital

Cristiano y demócrata

2009-10-04
El Ojo del Profeta
Cristiano y demócrata

El legado de hombre público dejado por el ex presidente Guillermo Endara Galimany, fallecido el lunes pasado, contiene dos aspectos que deben imitarse en el ambiente de la sociedad política criolla: su profunda convicción democrática, y sus arraigados principios cristianos. Como figura política tenía virtudes, aciertos, y errores, como cualquier hombre, pero no por eso, era más o era menos que otra persona con los mismos atributos.

La evaluación política de su gestión, más que a nosotros, corresponde a otros. Nos ocupa, eso sí, su conducta y su actuación ética y moral realizada en su vida pública. En este aspecto conocimos a un hombre modesto, sencillo, patriota, civilista, y persona de marcada franqueza. Sabía disculparse, reconciliarse con sus adversarios, y reconocer sus errores y limitaciones. En eso, es digno de ser imitado.

Guillermo Endara, como presidente, dio muestras de civismo, y comprobada humildad y tolerancia. Nada jactancioso ni opulente, mas bien austero y comedido. Su vocación cristiana la manifestaba sin ambages. Sin ocultarla. Sin avergonzarse. Era auténtico en ese sentido, sin escatimar en darle al estado lo que es del estado, y a Dios lo es de Dios.

Pasa a la casa del Padre un hombre creyente, que vivió su vida con sencillez, y que deja un testimonio loable de su actuar como hombre público. Pedimos a Dios misericordioso que lo acoja en su seno, y que no le tome en cuenta sus pecados humanos, sino su fe. Que descanse en paz, y que otros personajes políticos tengan el valor y el coraje de imitar su ejemplo, en cuanto a sus virtudes y valores como cristiano y demócrata.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a
Panorama Católico Edición Digital

Pandillerismo

2009-10-04
El Ojo del Profeta
Pandillerismo

La asociación para delinquir proviene del pecado que empuja al hombre a hacer el mal. Como en el pasaje del endemoniado poseído por un espíritu maligno llamada Multitud, porque eran muchos, así se juntan los que, conformando pandillas y bandas, deciden hacer el mal, porque piensan que así son más fuertes y temibles.

Tales personas, que han decidido hacer el mal, marcan territorios y aterrorizan a los demás, con agresiones y asesinatos impropios de un ser humano. Esta situación nos reta a recuperar la educación en el amor, el fortalecimiento de la familia como base de la sociedad, la vida hogareña fundamentada en valores y principios cristianos y humanos, y a restituir el control social que rechace toda conducta contraria a estos valores. Ningún derecho justifica el atentado contra la vida humana, porque a su respeto tenemos derecho todos, sin excepción.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a
Panorama Católico Edición Digital

jueves, 1 de octubre de 2009

“Porque yo recibí del Señor lo que les transmití”

2009-09-27
La Voz del Pastor
“Porque yo recibí del Señor lo que les transmití”
(1Cor. 11,23)

La Biblia es el libro fundamental de los cristianos. Porque en él se contiene la palabra de Dios, es decir, lo que Dios ha querido comunicar a los hombres. De ahí que, para el creyente, la Biblia es el libro más importante de todos los que se han escrito o se pueden escribir.

Lo primero que hay que tener en cuenta, al leer la Biblia, es que se trata de un libro religioso. Por lo tanto, ni es un libro de historia simplemente ni es un libro científico. En consecuencia, la Biblia debe leerse buscando en ella el mensaje de salvación que nos quiere transmitir. Fuera de ese punto de vista, la Biblia pierde su significación verdadera. Más concretamente, la Biblia debe leerse buscando en ella a Cristo y su mensaje para nosotros; propiciarnos el encuentro con El.

Por otra parte, los católicos estamos persuadidos de que "el oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios escrita o trasmitida ha sido confiado únicamente al Magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en nombre de Jesucristo" (Dei Verbum 10,2). Esto quiere decir que la interpretación oficial y auténtica de la Biblia no queda al arbitrio o al gusto de cada cual. En la Iglesia hay una autoridad constituida, que tiene esa función. "Este Magisterio, evidentemente, no está sobre la palabra de Dios, sino que la sirve, enseñando solamente lo que le ha sido confiado, por mandato divino..." (DV 10,2). "Todo lo que concierne a la manera de interpretar la Escritura, está sometido en último término al juicio de la Iglesia, que tiene el mandato y el ministerio divino de guardar y de interpretar la Palabra de Dios" (DV 12).

Es imperativo, por tanto, que los fieles tengan amplio acceso a la Palabra de Dios adquiriendo, ante todo, el libro de la Biblia y contando con subsidios que les permitan iniciarse en su lectura, para que alcancen la experiencia del encuentro personal con Jesucristo, Palabra encarnada del Padre, centro de toda la Escritura (cf. Jn 5,39). "El Santo Concilio recomienda insistentemente a todos los fieles, la lectura asidua de la Escritura, para que adquieran el conocimiento supremo de Jesucristo, pues desconocer la Escritura es desconocer a Cristo. Acudan de buena gana al texto mismo, por la santa liturgia, por la lectura piadosa o por cursos" (DV 25). El pasado Sínodo de Obispos, dedicado precisamente a la Biblia, nos vuelve a insistir en ello.

Es importante, a la hora de comprar un ejemplar de la Biblia fijarse si esa edición cuenta con el “imprimatur” de algún obispo de la Iglesia Católica. Esto es para tener garantías de que la traducción es fiel. El dato generalmente se encuentra en la segunda página del texto comprado. Pero el fijarse en si hay aprobación de la Iglesia Católica, que es la que ha sido custodio de la Biblia desde la antigüedad, no es sólo por la calidad de la traducción sino también porque hay ediciones no católicas que no incluyen todos los libros.

Para los católicos la Biblia Antiguo y Nuevo Testamento está formada por 73 libros: 46 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo Testamento. Los ortodoxos aceptan la misma lista de libros bíblicos que los católicos. Los protestantes de las principales denominaciones sólo aceptan una lista bíblica de 66 libros: 39 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo. Aunque en los últimos años encontramos ediciones que los contienen como un “anexo”.

La Iglesia Católica admitió como inspirados los libros que llamamos deuterocanónicos, es decir los que procedían del llamado “canon alejandrino” y no sólo los que procedían del llamado “canon palestinense”. Los protestantes, en cambio y a partir de la Reforma luterana, siguieron el “canon palestinense solamente.

Las razones de la Iglesia católica han sido las siguientes:

-Jesús, de las 37 veces que cita la Escritura, 33 lo hace usando la versión del canon alejandrino. Además, en el Nuevo Testamento hay un total de 350 citas del Antiguo Testamento; de éstas, 300 corresponden al canon alejandrino.
-Los apóstoles nombran a menudo los libros deuterocanónicos, como Sabiduría, Judith, etc.
-La traducción conocida como de los LXX fue con base en el canon alejandrino.
-Los primeros Padres de la Iglesia usaron el canon alejandrino.
“Hagamos ahora silencio para escuchar con eficacia la Palabra del Señor y mantengamos el silencio luego de la escucha porque seguirá habitando, viviendo en nosotros y hablándonos. Hagámosla resonar al principio de nuestro día, para que Dios tenga la primera palabra y dejémosla que resuene dentro de nosotros por la noche, para que la última palabra sea de Dios.” (Mensaje final, Sínodo de los Obispos sobre la Palabra de Dios.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

UCIP: Oktoberfest de 1989

2009-09-27
A tiro de piedra
UCIP: Oktoberfest de 1989

Transcurría el mes de octubre de 1989 cuando la Unión Católica Internacional de la Prensa (UCIP) reunió a centenares de jóvenes periodistas católicos en Ruhpolding, Alemania, pequeño pueblo de Baviera, mientras miles de alemanes orientales burlaban el cerco del Muro de Berlín.

Fue la primera convención de la Red de Jóvenes Periodistas, que se convocó dos años antes, en 1987. A través de anuncios en los boletines y periódicos católicos, los periodistas jóvenes de la época nos comunicamos por correo ordinario. No teníamos Internet ni e-mail, mucho menos blackberry. Apenas podíamos comunicarnos por el telefax, y para muchos países del tercer mundo africano o asiático, y algunos latinoamericanos, la única posibilidad era enviar una carta por correo postal. Aún así, casi 400 jóvenes periodistas católicos acudimos a la cita en Ruhpolding.

Recuerdo que fui de los primeros en llegar, porque el vuelo desde mi país, Panamá, me obligaba a llegar un día antes de lo previsto. En aquellos días vivíamos una crisis política muy grave, que tendría su punto culminante dos meses después, con la Invasión de los Estados Unidos a Panamá el 20 de diciembre de ese año. Al primero que encontré fue un uruguayo, cuyo nombre ya no recuerdo, en el aeropuerto de Munich. Tuve que esperar varias horas, para que pudieran recogerme junto con él y llevarnos a Ruhpolding. Mientras vagaba por el aeropuerto me llamó la atención un Mercedes Benz 500 convertible, que estaba en exhibición. Pregunté a unos trabajadores por el precio, y me respondieron: noventa mil dólares, yo contesté: ¿sólo eso? Y los hombres me dicen: Si lo puede pagar… En realidad pensé en voz alta, porque en mi país se anunciaba en USD125,000 y me llamó la atención la diferencia en el precio.

Cuando llegué a Ruhpolding, esa noche, me encontré con Joseph Chittilapilly, con quién había cruzado varias cartas. Fue un encuentro muy alegre. Al día siguiente empezaron a llegar los demás jóvenes. Gente de Uganda, Ghana, Centroáfrica, Zimbabwe, Mauritania, Madagascar, Japón, Pakistán, India, Filipinas, China, Polonia, Argentina, México, Estados Unidos, y otros países. Veníamos de más de 60 países a la cita de Ruhpolding. Ese encuentro marcaría la renovación de la UCIP.

Junto a otros 24 jóvenes, yo era de los que había ganado el premio por país. Una manera en que la UCIP reconocía el esfuerzo del periodismo católico joven, y nos facilitaba la participación en la Convención de la Red y el Congreso Mundial. La experiencia fue inolvidable, porque al finalizar el encuentro, los premiados recorrimos Alemania. Visitamos Munich, Bonn, Colonia y Berlín. La visita al santuario mariano de Altoting fue majestuosa. Medio millar de periodistas en procesión alrededor del santuario, con velas en las manos. Lo recuerdo como si fuera hoy. Ocho días después de nuestra despedida, caería el Muro de Berlín.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Dengue y gripe

2009-09-27
Editorial
Dengue y gripe

La propagación del dengue y la gripe A (H1A1) y las muertes que producen debe ser preocupación de toda la población. Ninguna persona está a salvo de contraer esas enfermedades, ni de evitar, por sí sola, el contagio masivo de ellas, aunque sí puede tomar acciones que, sumadas, mitiguen el riesgo de su propagación generalizada.

Por eso es urgente que cada persona asuma, como un compromiso ético y humano, la práctica de eliminar los focos de incubación del mosquito Aedes aegypti, transmisor del dengue, y de observar concienzudamente los hábitos de higiene personal y las reglas de salud pública, al toser o estornudar. Igual deber cabe al que se siente enfermo de acudir al médico, para determinar qué tipo de enfermedad padece, ante la sospecha de padecer de dengue o gripe A.

Contrarrestar con efectividad ambos males depende, en gran medida, de la cooperación de la comunidad con las autoridades sanitarias. El esfuerzo aislado de una u otra, difícilmente solucionará el problema. Con el esfuerzo mancomunado, en cambio, lograremos superar el riesgo y ayudaremos a evitar más muertes.

Hacemos, desde aquí, un llamado a todos los panameños y panameñas, particularmente al pueblo cristiano, para que coadyuvemos en esta misión. No vaya a ser que por desidia o indolencia, seamos cómplices de la muerte de nuestro prójimo, debido al contagio de la gripe A(H1A1) o el dengue hemorrágico.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

¿Necesitas divorciarte?

2009-09-27
El Ojo del Profeta
¿Necesitas divorciarte?

La palabra divorcio significa, fundamentalmente, separación o disolución jurídica, pero aplicable, por regla general, al matrimonio. Las secuelas que deja el rompimiento del vínculo matrimonial son profundas, no sólo entre los cónyuges que se separan, sino también en los menores de edad, que resultan ser los más afectados.

Por eso extraña que en una gigantesca valla publicitaria, se anuncie el servicio jurídico de ese acto que, legalmente, es un hecho común en la sociedad, pero que poco beneficio produce, a no ser el económico. Peor aún es que, contrariando las normas éticas del ejercicio de la profesión, un buró de abogados se anuncie con un servicio tal. Quizá, en el fondo, lo que necesitamos es divorciarnos de ciertas prácticas malsanas, que poco aprovechan para la edificación de las almas.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org