2009-09-27
La Voz del Pastor
“Porque yo recibí del Señor lo que les transmití”
(1Cor. 11,23)
La Biblia es el libro fundamental de los cristianos. Porque en él se contiene la palabra de Dios, es decir, lo que Dios ha querido comunicar a los hombres. De ahí que, para el creyente, la Biblia es el libro más importante de todos los que se han escrito o se pueden escribir.
Lo primero que hay que tener en cuenta, al leer la Biblia, es que se trata de un libro religioso. Por lo tanto, ni es un libro de historia simplemente ni es un libro científico. En consecuencia, la Biblia debe leerse buscando en ella el mensaje de salvación que nos quiere transmitir. Fuera de ese punto de vista, la Biblia pierde su significación verdadera. Más concretamente, la Biblia debe leerse buscando en ella a Cristo y su mensaje para nosotros; propiciarnos el encuentro con El.
Por otra parte, los católicos estamos persuadidos de que "el oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios escrita o trasmitida ha sido confiado únicamente al Magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en nombre de Jesucristo" (Dei Verbum 10,2). Esto quiere decir que la interpretación oficial y auténtica de la Biblia no queda al arbitrio o al gusto de cada cual. En la Iglesia hay una autoridad constituida, que tiene esa función. "Este Magisterio, evidentemente, no está sobre la palabra de Dios, sino que la sirve, enseñando solamente lo que le ha sido confiado, por mandato divino..." (DV 10,2). "Todo lo que concierne a la manera de interpretar la Escritura, está sometido en último término al juicio de la Iglesia, que tiene el mandato y el ministerio divino de guardar y de interpretar la Palabra de Dios" (DV 12).
Es imperativo, por tanto, que los fieles tengan amplio acceso a la Palabra de Dios adquiriendo, ante todo, el libro de la Biblia y contando con subsidios que les permitan iniciarse en su lectura, para que alcancen la experiencia del encuentro personal con Jesucristo, Palabra encarnada del Padre, centro de toda la Escritura (cf. Jn 5,39). "El Santo Concilio recomienda insistentemente a todos los fieles, la lectura asidua de la Escritura, para que adquieran el conocimiento supremo de Jesucristo, pues desconocer la Escritura es desconocer a Cristo. Acudan de buena gana al texto mismo, por la santa liturgia, por la lectura piadosa o por cursos" (DV 25). El pasado Sínodo de Obispos, dedicado precisamente a la Biblia, nos vuelve a insistir en ello.
Es importante, a la hora de comprar un ejemplar de la Biblia fijarse si esa edición cuenta con el “imprimatur” de algún obispo de la Iglesia Católica. Esto es para tener garantías de que la traducción es fiel. El dato generalmente se encuentra en la segunda página del texto comprado. Pero el fijarse en si hay aprobación de la Iglesia Católica, que es la que ha sido custodio de la Biblia desde la antigüedad, no es sólo por la calidad de la traducción sino también porque hay ediciones no católicas que no incluyen todos los libros.
Para los católicos la Biblia Antiguo y Nuevo Testamento está formada por 73 libros: 46 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo Testamento. Los ortodoxos aceptan la misma lista de libros bíblicos que los católicos. Los protestantes de las principales denominaciones sólo aceptan una lista bíblica de 66 libros: 39 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo. Aunque en los últimos años encontramos ediciones que los contienen como un “anexo”.
La Iglesia Católica admitió como inspirados los libros que llamamos deuterocanónicos, es decir los que procedían del llamado “canon alejandrino” y no sólo los que procedían del llamado “canon palestinense”. Los protestantes, en cambio y a partir de la Reforma luterana, siguieron el “canon palestinense solamente.
Las razones de la Iglesia católica han sido las siguientes:
-Jesús, de las 37 veces que cita la Escritura, 33 lo hace usando la versión del canon alejandrino. Además, en el Nuevo Testamento hay un total de 350 citas del Antiguo Testamento; de éstas, 300 corresponden al canon alejandrino.
-Los apóstoles nombran a menudo los libros deuterocanónicos, como Sabiduría, Judith, etc.
-La traducción conocida como de los LXX fue con base en el canon alejandrino.
-Los primeros Padres de la Iglesia usaron el canon alejandrino.
“Hagamos ahora silencio para escuchar con eficacia la Palabra del Señor y mantengamos el silencio luego de la escucha porque seguirá habitando, viviendo en nosotros y hablándonos. Hagámosla resonar al principio de nuestro día, para que Dios tenga la primera palabra y dejémosla que resuene dentro de nosotros por la noche, para que la última palabra sea de Dios.” (Mensaje final, Sínodo de los Obispos sobre la Palabra de Dios.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
La Voz del Pastor
“Porque yo recibí del Señor lo que les transmití”
(1Cor. 11,23)
La Biblia es el libro fundamental de los cristianos. Porque en él se contiene la palabra de Dios, es decir, lo que Dios ha querido comunicar a los hombres. De ahí que, para el creyente, la Biblia es el libro más importante de todos los que se han escrito o se pueden escribir.
Lo primero que hay que tener en cuenta, al leer la Biblia, es que se trata de un libro religioso. Por lo tanto, ni es un libro de historia simplemente ni es un libro científico. En consecuencia, la Biblia debe leerse buscando en ella el mensaje de salvación que nos quiere transmitir. Fuera de ese punto de vista, la Biblia pierde su significación verdadera. Más concretamente, la Biblia debe leerse buscando en ella a Cristo y su mensaje para nosotros; propiciarnos el encuentro con El.
Por otra parte, los católicos estamos persuadidos de que "el oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios escrita o trasmitida ha sido confiado únicamente al Magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en nombre de Jesucristo" (Dei Verbum 10,2). Esto quiere decir que la interpretación oficial y auténtica de la Biblia no queda al arbitrio o al gusto de cada cual. En la Iglesia hay una autoridad constituida, que tiene esa función. "Este Magisterio, evidentemente, no está sobre la palabra de Dios, sino que la sirve, enseñando solamente lo que le ha sido confiado, por mandato divino..." (DV 10,2). "Todo lo que concierne a la manera de interpretar la Escritura, está sometido en último término al juicio de la Iglesia, que tiene el mandato y el ministerio divino de guardar y de interpretar la Palabra de Dios" (DV 12).
Es imperativo, por tanto, que los fieles tengan amplio acceso a la Palabra de Dios adquiriendo, ante todo, el libro de la Biblia y contando con subsidios que les permitan iniciarse en su lectura, para que alcancen la experiencia del encuentro personal con Jesucristo, Palabra encarnada del Padre, centro de toda la Escritura (cf. Jn 5,39). "El Santo Concilio recomienda insistentemente a todos los fieles, la lectura asidua de la Escritura, para que adquieran el conocimiento supremo de Jesucristo, pues desconocer la Escritura es desconocer a Cristo. Acudan de buena gana al texto mismo, por la santa liturgia, por la lectura piadosa o por cursos" (DV 25). El pasado Sínodo de Obispos, dedicado precisamente a la Biblia, nos vuelve a insistir en ello.
Es importante, a la hora de comprar un ejemplar de la Biblia fijarse si esa edición cuenta con el “imprimatur” de algún obispo de la Iglesia Católica. Esto es para tener garantías de que la traducción es fiel. El dato generalmente se encuentra en la segunda página del texto comprado. Pero el fijarse en si hay aprobación de la Iglesia Católica, que es la que ha sido custodio de la Biblia desde la antigüedad, no es sólo por la calidad de la traducción sino también porque hay ediciones no católicas que no incluyen todos los libros.
Para los católicos la Biblia Antiguo y Nuevo Testamento está formada por 73 libros: 46 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo Testamento. Los ortodoxos aceptan la misma lista de libros bíblicos que los católicos. Los protestantes de las principales denominaciones sólo aceptan una lista bíblica de 66 libros: 39 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo. Aunque en los últimos años encontramos ediciones que los contienen como un “anexo”.
La Iglesia Católica admitió como inspirados los libros que llamamos deuterocanónicos, es decir los que procedían del llamado “canon alejandrino” y no sólo los que procedían del llamado “canon palestinense”. Los protestantes, en cambio y a partir de la Reforma luterana, siguieron el “canon palestinense solamente.
Las razones de la Iglesia católica han sido las siguientes:
-Jesús, de las 37 veces que cita la Escritura, 33 lo hace usando la versión del canon alejandrino. Además, en el Nuevo Testamento hay un total de 350 citas del Antiguo Testamento; de éstas, 300 corresponden al canon alejandrino.
-Los apóstoles nombran a menudo los libros deuterocanónicos, como Sabiduría, Judith, etc.
-La traducción conocida como de los LXX fue con base en el canon alejandrino.
-Los primeros Padres de la Iglesia usaron el canon alejandrino.
“Hagamos ahora silencio para escuchar con eficacia la Palabra del Señor y mantengamos el silencio luego de la escucha porque seguirá habitando, viviendo en nosotros y hablándonos. Hagámosla resonar al principio de nuestro día, para que Dios tenga la primera palabra y dejémosla que resuene dentro de nosotros por la noche, para que la última palabra sea de Dios.” (Mensaje final, Sínodo de los Obispos sobre la Palabra de Dios.
Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org
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