martes, 15 de septiembre de 2009

Nivel académico

2009-09-13
A tiro de piedra
Nivel académico

Cada año nos conmueve la noticia que miles de aspirantes a la universidad fracasan en la prueba de admisión. Decenas de miles de jóvenes, mayormente egresados de las escuelas públicas, tendrán que quedarse sin educación universitaria. Es una desgracia nacional, que costará mucho remediar.

Las causas de tal situación son variadas, aunque desemboca en un solo lugar: la acción de la autoridad. Sin embargo, el asunto es mucho más complejo. La enfermedad tiene un cúmulo de cosas que la provocan. Lo primero, para mí, es la actitud de los docentes. No digo que son los culpables, pero sí que son parte del problema, así como de la solución. Deben, además de las autoridades, exigirse ellos mismos en cuanto a competencia, conocimiento, metodología, y respeto por la profesión. Un primer paso en este sentido, marcaría la diferencia.

Otros factores que inciden en el bajo nivel académico son: la falta de atención temprana a los que demuestran más habilidad, dedicación al estudio, y cuociente intelectual. La ausencia de un régimen de competitividad docente, para potenciar el recurso humano de los educadores, a través de concurso por los distintos niveles de las plazas, aunque se trate de la misma asignatura. El ambiente inadecuado para la instrucción y el estudio, a causa de planteles plagados de ambiente ruidoso, calor, y otros elementos que distraen al estudiante del aprovechamiento, tales como: el hacinamiento, interrupción del año lectivo por paros y huelgas, poco acceso a la bibliografía y la tecnología, horas de clase reducidas, y la jornada vespertina.

Es necesario tener aulas o escuelas especiales para los alumnos aventajados, porque en el sistema público este enfoque está ausente. Por querer asegurar la igualdad, lo que se ha hecho es igualar, de manera forzosa, al menos aplicado con el más desaplicado. Soy partidario de las escuelas de excelencia académica, porque motivan a otros alumnos a alcanzar ese premio. A pesar que las mencioné, las aulas dentro de la misma escuela no me parecen conveniente, porque allí sí podría darse cierta práctica discriminatoria entre “inteligentes” y “brutos”.

Por parte de los docentes es necesario reconocer que unos tienen más capacidad que otros, para la investigación y el estudio constante. Hay que crear los mecanismos para que desarrollen sus habilidades, y puedan ganarse un puesto en la escuela para la que resulten competentes. Se debe invertir en edificios escolares que sean aptos para el aprovechamiento, con ventilación e iluminación adecuadas, laboratorios, bibliotecas, equipos, y ambiente sano. Calidad de planes de estudio y ambiente para el aprendizaje, van de la mano.

Tanto docentes como estudiantes, pasando por la autoridad, deben convencerse que cada puesto ha de ganarse. La escuela no es sólo el edificio, sino sus maestros y sus alumnos; y estos dos últimos componentes son los que cuentan. El mejoramiento de la educación comienza, pues, con los docentes y los educandos. Los demás pasan rápido, apenas unos cinco años, pero aquellos están en el sistema educativo nueve, doce, dieciséis, o veinticinco años, según el caso, y son los que pueden lograr el cambio más profundo.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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