viernes, 19 de junio de 2009

…su cuerpo es santuario del Espíritu Santo…

2009-06-21
La Voz del Pastor
…su cuerpo es santuario del Espíritu Santo…

En el camino del discipulado de Jesús se nos revela en profundidad insospechada el valor y dignidad del cuerpo humano, el hecho de que somos seres corpóreos. Lo anunciamos con toda su fuerza en la Eucaristía y sacamos sus consecuencias para nuestro diario vivir como seres en relación.

En el seno de una mujer y en la familia es donde comienza nuestra corporeidad y donde se inicia nuestro aprendizaje de cómo vivirla, lo cual marcará toda nuestra vida. La ciencia nos da un conocimiento indiscutible sobre el comienzo de la vida de los individuos de cada especie y de lo peculiar de todo cuerpo humano. Desde el genoma heredado se construye su organismo y vive su propia trayectoria, con etapas (cigoto, embrión, neonato…); cada individuo con nombre propio, con su máxima expresión en el cuerpo humano, construido desde un ADN tan suyo que permite seguirle el rastro. Con la enorme peculiaridad de no quedar encerrados en lo meramente biológico, nacemos sin acabar; necesitados de un acabado propio en un entorno familiar.

La familia es el espacio donde el niño desarrolla la inteligencia emocional y las capacidades crítico-creativas; también forma hábitos de salud preventiva. Asimismo, la familia aparece como la principal estructura de prevención del delito. El papel que puede desempeñar en el campo moral es fundamental. Así, se enseña a los hijos reglas de cortesía, a saludar, a no tirar papeles en la calle; muchas pequeñas cosas que nos van educando al respeto, a cumplir los deberes ciudadanos, a sacrificarse por una buena causa. Comenzando con los pequeños deberes se aprende a cumplir los grandes; también la fidelidad (ver Lucas 16,10).

La familia es actualmente revalorizada a nivel internacional como derecho esencial, como un pilar de un tejido social sano, y una base estratégica para el desarrollo económico; como una unidad social que además de cumplir roles decisivos en lo afectivo y lo espiritual, lleva adelante con extrema eficiencia tareas fundamentales para la sociedad. Pero esto requiere apoyos como lo pueden ser firmes políticas públicas de protección a la familia y de su fortalecimiento, en particular el apoyo a los sectores desfavorecidos.

La pobreza golpea a las familias. Las carencias y dificultades que genera la pobreza, las grandes tensiones que ella produce, favorecen la posibilidad de violencia doméstica, con el enorme impacto que tiene para el futuro de los hijos. Atacar las causas estructurales del aumento de la pobreza y de la desigualdad a través de políticas que creen trabajos y disminuyan la inequidad; a través también de políticas sociales, articuladas con las anteriores, abren posibilidades de educación y salud para todos, y resultan de enorme ayuda al fortalecimiento familiar. A todo ello no puede estar ajena la sociedad civil.

El premio Nobel de Economía Amartya Sen reflexiona que el problema con la agenda social no es tanto de recursos sino de prioridades. Con recursos muy limitados se pueden obtener excelentes resultados en los campos social y de familia si se priorizan estos problemas y se reorientan recursos hacia ellos y gestionándolos bien.

Damos gracias al Señor por el don de su Cuerpo y de su Sangre, alimento en el camino hacia el Padre. Alimento que adorantes recibimos y que debe en nosotros dar frutos de agentes a favor del efectivo respeto y dignidad de los cuerpos humanos, desde su comienzo hasta el encuentro definitivo.

Mons. Pablo Varela Server
Obispo Auxiliar

Ir a
Panorama Católico Edición Digital

No hay comentarios: