viernes, 12 de junio de 2009

Consuelo

2009-06-14
El Ojo del Profeta
Consuelo

El nacimiento y la muerte de un ser humano conmueve hasta lo más hondo el corazón de cada persona. Vida y muerte; muerte y vida. El destino del hombre está marcado por estos acontecimientos, y dejan una huella indeleble que nos acompañará más allá de nosotros mismos. Por eso, tragedias como la ocurrida con el avión recientemente caído en el océano, entre las costas de Brasil y África, estremecen la conciencia de la humanidad misma.

A pesar del dolor y lo irremediable, el consuelo solidario llega a cada ser querido que sufre. Allí, en esa circunstancia, la Iglesia demuestra su amor por el prójimo y la asistencia espiritual a los deudos. Ante ella, portadora de las promesas divinas, no existe diferencia entre creyente y no creyente; entre cristiano y no cristiano. Simplemente existe la persona, hecha a imagen y semejanza de Dios, y el testimonio que, por razón de nuestra fe, nos lleva a hacer vida el principio, inspirado en el amor de Dios, que nos impele a proclamar y a gritarle al mundo: "todo hombre es mi hermano".

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

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