2009-06-14
La Voz del Pastor
El Corpus en La Villa de Los Santos
La presencia real que experimentamos del Señor… en el sacramento de la Eucaristía, constituye el contenido de esta Solemnidad. Salimos a las calles de las ciudades y de los pueblos para que “Jesús Sacramentado” sea glorificado y le damos gracias porque está verdadera e ininterrumpidamente presente entre nosotros, con su Cuerpo y su Sangre, con su Alma y Su Divinidad.
Por cédula real expedida en Valladolid el 21 de enero de 1557, los vecinos natariegos se adentran en la espesura del fenecido Ducado de Veragua en busca de nuevos territorios para la Corona.
La Villa de Los Santos nace como comunidad creyente y practicante, aunque separatista y rebelde. Luego será admitida por la Audiencia en 1574. Era Obispo de Panamá Su Señoría Ilma. Dn. Francisco de Ábrego, quien atiende la petición de los fundadores para que fuesen “atendidos religiosamente, oyeran Misa y participaran dignamente de los ritos sagrados”.
Desde entonces, no ha dejado de escucharse por las calles de La Villa de Los Santos, la alabanza a Jesús Sacramentado. Todas las generaciones han repetido devotamente: “sea por siempre bendito y alabado, mi Jesús Sacramentado”. Y, en nuestros días, sigue siendo expresión devota del pueblo en su diario vivir, la señal de admiración: “Jesús (sea) alabado”.
Han pasado muchos años desde aquella “primera evangelización” que se inicia antes de 1574. La Historia cuenta muchas cosas. De nativos y de españoles. De esclavos que llegaron a ser libres y de nobles a quienes sus pasiones convirtieron en esclavos.
Han desfilado hombres y mujeres en los más de 435 años de peregrinar en la península, siendo el Evangelio luz en el caminar de muchos pueblos… Sin embargo en esa historia, tanto ayer, como hoy, todos…, acontecimientos y personas, han pasado. Sólo Jesucristo es el mismo “ayer, hoy y siempre”.
A la luz de la fe, se han vivido las alegrías y las congojas propias del ser humano, cuya peregrinación terrena convertimos en contienda y lucha, según el Libro de Job...
Muchas gestas se han librado en La Villa de Los Santos, tierra que siempre se ha gloriado de ser libre, y de ser cuna de valores ciudadanos, de nobles tradiciones y de vivencia del “Misterio de Fe”.
El Jueves de Corpus congrega al pueblo, el Único inmutable, el Señor de la Historia, Jesucristo. Nos convoca como Iglesia, se nos ofrece en adoración como “sacerdote y víctima”, y se nos entrega como “comida y bebida” para que tengamos vida.
Él fue en el pasado y es hoy la perenne respuesta a las ansias de superación del ser humano. Sólo viviendo en el amor de Dios y respetando a nuestros hermanos podemos responder al grandioso proyecto que Él ha trazado sobre nuestra Patria y sobre cada uno de los que la habitamos. Que aprendamos los panameños a vivir en amor y en caridad, en tolerancia y en respeto mutuo, porque sólo “donde hay caridad y amor allí está Dios”.
Mons. Fernando Torres Durán
Obispo de la diócesis de Chitré
Ir a Panorama Católico Edición Digital
La Voz del Pastor
El Corpus en La Villa de Los Santos
La presencia real que experimentamos del Señor… en el sacramento de la Eucaristía, constituye el contenido de esta Solemnidad. Salimos a las calles de las ciudades y de los pueblos para que “Jesús Sacramentado” sea glorificado y le damos gracias porque está verdadera e ininterrumpidamente presente entre nosotros, con su Cuerpo y su Sangre, con su Alma y Su Divinidad.
Por cédula real expedida en Valladolid el 21 de enero de 1557, los vecinos natariegos se adentran en la espesura del fenecido Ducado de Veragua en busca de nuevos territorios para la Corona.
La Villa de Los Santos nace como comunidad creyente y practicante, aunque separatista y rebelde. Luego será admitida por la Audiencia en 1574. Era Obispo de Panamá Su Señoría Ilma. Dn. Francisco de Ábrego, quien atiende la petición de los fundadores para que fuesen “atendidos religiosamente, oyeran Misa y participaran dignamente de los ritos sagrados”.
Desde entonces, no ha dejado de escucharse por las calles de La Villa de Los Santos, la alabanza a Jesús Sacramentado. Todas las generaciones han repetido devotamente: “sea por siempre bendito y alabado, mi Jesús Sacramentado”. Y, en nuestros días, sigue siendo expresión devota del pueblo en su diario vivir, la señal de admiración: “Jesús (sea) alabado”.
Han pasado muchos años desde aquella “primera evangelización” que se inicia antes de 1574. La Historia cuenta muchas cosas. De nativos y de españoles. De esclavos que llegaron a ser libres y de nobles a quienes sus pasiones convirtieron en esclavos.
Han desfilado hombres y mujeres en los más de 435 años de peregrinar en la península, siendo el Evangelio luz en el caminar de muchos pueblos… Sin embargo en esa historia, tanto ayer, como hoy, todos…, acontecimientos y personas, han pasado. Sólo Jesucristo es el mismo “ayer, hoy y siempre”.
A la luz de la fe, se han vivido las alegrías y las congojas propias del ser humano, cuya peregrinación terrena convertimos en contienda y lucha, según el Libro de Job...
Muchas gestas se han librado en La Villa de Los Santos, tierra que siempre se ha gloriado de ser libre, y de ser cuna de valores ciudadanos, de nobles tradiciones y de vivencia del “Misterio de Fe”.
El Jueves de Corpus congrega al pueblo, el Único inmutable, el Señor de la Historia, Jesucristo. Nos convoca como Iglesia, se nos ofrece en adoración como “sacerdote y víctima”, y se nos entrega como “comida y bebida” para que tengamos vida.
Él fue en el pasado y es hoy la perenne respuesta a las ansias de superación del ser humano. Sólo viviendo en el amor de Dios y respetando a nuestros hermanos podemos responder al grandioso proyecto que Él ha trazado sobre nuestra Patria y sobre cada uno de los que la habitamos. Que aprendamos los panameños a vivir en amor y en caridad, en tolerancia y en respeto mutuo, porque sólo “donde hay caridad y amor allí está Dios”.
Mons. Fernando Torres Durán
Obispo de la diócesis de Chitré
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