lunes, 27 de julio de 2009

El Año sacerdotal permitirá redescubrir la pastoral vocacional

2009-07-26
La Voz del Pastor
El Año sacerdotal permitirá redescubrir la pastoral vocacional

"Quien siembra en el corazón del hombre es siempre y sólo el Señor". Parte del discurso que dirigió Benedicto XVI a los participantes en el congreso europeo de pastoral vocacional el pasado 4 de julio en el Vaticano.

Queridos hermanos y hermanas:

Con verdadera alegría me encuentro con vosotros, pensando en el valioso servicio pastoral que realizáis en el ámbito de la promoción, animación y discernimiento de las vocaciones. Habéis venido a Roma para participar en un congreso de reflexión, confrontación e intercambio entre las Iglesias de Europa, que tiene por tema "Sembradores del Evangelio de la vocación: una Palabra que llama y envía" y cuya finalidad es dar nuevo impulso a vuestro compromiso en favor de las vocaciones.

Para cada diócesis, la atención a las vocaciones constituye una de las prioridades pastorales, que asume más valor aún en el contexto del Año sacerdotal recién iniciado. Por eso, saludo de corazón a los obispos delegados para la pastoral vocacional de las distintas Conferencias episcopales, así como a los directores de los centros vocacionales nacionales, a sus colaboradores y a todos los presentes.

En el centro de vuestros trabajos habéis puesto la parábola evangélica del sembrador. El Señor arroja con abundancia y gratuidad la semilla de la Palabra de Dios, aun sabiendo que podrá encontrar una tierra inadecuada, que no le permitirá madurar a causa de la aridez, y que apagará su fuerza vital ahogándola entre zarzas. Con todo, el sembrador no se desalienta porque sabe que parte de esta semilla está destinada a caer en "tierra buena", es decir, en corazones ardientes y capaces de acoger la Palabra con disponibilidad, para hacerla madurar en la perseverancia, de modo que dé fruto con generosidad para bien de muchos.

La imagen de la tierra puede evocar la realidad más o menos buena de la familia; el ambiente con frecuencia árido y duro del trabajo; los días de sufrimiento y de lágrimas. La tierra es, sobre todo, el corazón de cada hombre, en particular de los jóvenes, a los que os dirigís en vuestro servicio de escucha y acompañamiento: un corazón a menudo confundido y desorientado, pero capaz de contener en sí energías inimaginables de entrega; dispuesto a abrirse en las yemas de una vida entregada por amor a Jesús, capaz de seguirlo con la totalidad y la certeza que brota de haber encontrado el mayor tesoro de la existencia. Quien siembra en el corazón del hombre es siempre y sólo el Señor. Únicamente después de la siembra abundante y generosa de la Palabra de Dios podemos adentrarnos en los senderos de acompañar y educar, de formar y discernir. Todo ello va unido a esa pequeña semilla, don misterioso de la Providencia celestial, que irradia una fuerza extraordinaria, pues la Palabra de Dios es la que realiza eficaz-mente por sí misma lo que dice y desea.

Hay otra palabra de Jesús que utiliza la imagen de la semilla, y que se puede relacionar con la parábola del sembrador: "Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto" (Jn 12, 24). Aquí el Señor insiste en la correlación entre la muerte de la semilla y el "mucho fruto" que dará. El grano de trigo es él, Jesús. El fruto es la "vida en abundancia" (Jn 10, 10), que nos ha adquirido mediante su cruz. Esta es también la lógica y la verdadera fecundidad de toda pastoral vocacional en la Iglesia: como Cristo, el sacerdote y el animador deben ser un "grano de trigo", que renuncia a sí mismo para hacer la voluntad del Padre; que sabe vivir oculto, alejado del clamor y del ruido; que renuncia a buscar la visibilidad y la grandeza de imagen que hoy a menudo se convierten en criterios e incluso en finalidades de la vida en buena parte de nuestra cultura y fascinan a muchos jóvenes.

Queridos amigos, sed sembradores de confianza y de esperanza, pues la juventud de hoy vive inmersa en un profundo sentido de extravío. Con frecuencia las palabras humanas carecen de futuro y de perspectiva; carecen incluso de sentido y de sabiduría. Se difunde una actitud de impaciencia frenética y una incapacidad de vivir el tiempo de la espera. Sin embargo, esta puede ser la hora de Dios: su llamada, mediante la fuerza y la eficacia de la Palabra, genera un camino de esperanza hacia la plenitud de la vida.

Su Santidad Benedicto XVI
Obispo de Roma

Ir a
Panorama Católico Edición Digital

Multas de tránsito

2009-07-26
A tiro de piedra
Multas de tránsito

El anuncio del aumento de las multas de tránsito es ineficaz para resolver el caos y el irrespeto que se da en las vías públicas. Meter miedo es una cosa; hacer sentir respeto por la ley, otra. Un incremento desmedido en el monto de las multas sólo presagia una cosa: más coima.

La nueva titular de la Autoridad del Tránsito es trabajadora, inteligente y sensible a las sugerencias. Cuando recoja las diversas opiniones sobre su plan, de seguro las tomará en cuenta y reevaluará su propuesta. Aumentar de manera excesiva la sanción pecuniaria por las infracciones al reglamento de tránsito no es la solución para el problema. La cultura y el sistema creados en este ambiente conspiran contra tal medida. Los que se creen dueños de la avenida seguirán con sus malos hábitos, porque no es la multa actual la que los hace actuar así, sino el contubernio y la complicidad de ciertos agentes y de algunas autoridades.

Si analizamos por mera observación lo que acontece en la calle, nos daremos cuenta de algunas falencias en el control que se ejerce sobre los conductores infractores. La ausencia de vigilancia es notoria. Podemos recorrer por casi una hora las avenidas principales de la ciudad, y no vemos un policía de tránsito. Cuando aparece alguno, por lo general custodia una construcción o anda a pie. El conductor infractor lo sabe, y se juega una ruleta en la que tiene más probabilidad de salir impune que ser sorprendido en la acción.

Otra situación común es la actitud de los conductores de transporte colectivo, que poco caso hacen del silbato del agente. Tienen que pitarle varias veces, para que atiendan. Cuando hay varios agentes en un operativo, entonces obedecen, pero gran parte del día andan felices y a sus anchas.

Creo que antes de subir el precio de las multas es mejor organizar la vigilancia, colocar más policías de tránsito motorizados en la calles, y dividir la ciudad por cuadrantes, para que la vigilancia sea efectiva. Si se hace cumplir la ley, los conductores irresponsables tendrán la certeza del castigo y de la presencia constante de la policía de tránsito.

De hacerse una reforma endureciendo la sanción, esta debe dirigirse a los reincidentes. A esos debe imponérseles un castigo escalonado, que los disuada de su mal comportamiento al conducir un vehículo. Las penas empezarían por lo pecuniario, para luego pasar a terapia sicológica y suspensión temporal o definitiva de la licencia de conducir.

Antes de poner en vigencia la desproporcionada elevación del monto de las multas, la Autoridad de Tránsito debe sopesar el alcance que esa medida tendrá. De no hacerlo, los agentes corruptos tendrán otra razón para llevarse dinero al bolsillo, sin que se vea la solución del problema. Por otra parte, los que no han caído en la vorágine de la corrupción estarían tentados, por el negociado y el dinero fácil que promete la cultura predominante en la relación entre conductores y policías torcidos, a hacer lo mismo que las manzanas podridas.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

Desequilibrio demográfico

2009-07-26
Editorial
Desequilibrio demográfico

El envejecimiento de la población mundial es un problema que preocupa a los estudiosos de la demografía. Lo que hace algunos años asolaba a los llamados países del primer mundo, ahora azota a las naciones del tercer mundo. La estadística revela que, en número importante de casos, los estados muestran igual o mayor tasa de crecimiento de los adultos mayores, con relación a la población menor de 5 años.

La política de promoción descontrolada de métodos anticonceptivos, y prácticas nefastas como el aborto, coloca al mundo en una situación de desequilibrio demográfico que augura una crisis poblacional sin precedentes. El hombre ha jugado a ser dios, y en ese juego provoca, quizá, su propia destrucción.

A pesar de la situación actual, aún hay organizaciones y personajes que insisten en promover irresponsablemente el control de la natalidad, particularmente a través de los métodos anticonceptivos. En su lenguaje falaz tuercen y disfrazan conceptos, términos y métodos. Tanto es así, que hacen aparentar como iguales la planificación familiar y el control de la natalidad.

Precisamos entender la situación, sopesar el peligro demográfico, y valorar la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural. Más que atacar y condenar a los que nos oponemos a las prácticas abortistas y anticonceptivas, conviene ver la realidad con mirada crítica y serena. Las pruebas están a la vista, y nos presentan el desafío mayor para cualquier persona: el que tenga oídos, que oiga; y el que tenga ojos, que vea.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

Influenza mortal

2009-07-26
El Ojo del Profeta
Influenza mortal

Desde antiguo diferentes tipos de peste han asolado a la humanidad, con secuelas mortales y graves estragos. Tanto las plagas bíblicas como los datos arqueológicos e históricos recopilados, nos proveen información y nos advierten de las consecuencias que puede ocasionar una pandemia. La prevención, en los casos correspondientes, es un método eficaz para resguardarnos del mal o mitigar sus efectos.

El peligro mortal de la influenza A (H1N1) resurge con potencia, al registrarse la muerte de un infante por estos días. Fuera del virus, el menor mostraba un cuadro de desnutrición y otras dolencias, lo que hace sonar una alarma particular: la población que vive en extrema pobreza es la más frágil. El hacinamiento, la pobre nutrición, la dificultad para acceder a buenos servicios de salud, y un ambiente insano, conspiran contra ella. Se impone, pues, además de las campañas de divulgación, tomar otras acciones de urgencia para reducir, al mínimo posible, el riesgo de muerte masiva y de aumento desmesurado del contagio.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

viernes, 17 de julio de 2009

Con esa esperanza nos han salvado

2009-07-19
La Voz del Pastor
Con esa esperanza nos han salvado
(Romanos 8, 24)

Nada es inexorable. Esta es la traducción antropológica de la idea fundamental de salvación, según la fe cristiana. El hombre debe creer en el imposible y dejar de creer miserablemente sólo en lo posible. La esperanza tiene como viático la fe. La esperanza cree que siempre se puede transgredir la fatalidad.

La encíclica Caritas in Veritate, tercera de Benedicto XVI, encierra un gran mensaje de esperanza dirigido a todas y a todos, hombres y mujeres de este mundo. Esperanza a la que ya nos llamó en su segunda encíclica, Spes salvi, y que se fundamenta en la experiencia afirmada de que Dios es Amor, Deus Caritas est, primera encíclica. Ahora, en la actual encíclica, este amor esperanzado llama a no quedar prisioneros de la fatalidad por las consecuencias de la crisis económico-financiera, ni de supuestos inexorables ciclos de alzas y de bajas económicas o de que mejor de lo que tenemos no se puede, o de cualquiera otra manifestación que nos encerrara en el círculo sin horizonte. Amor y Verdad se besan y engendran Justicia.

La encíclica manifiesta una honda confianza en la razón humana, de que tenemos la misión y los medios para lograr que todos y no sólo algunos, estén invitados y efectivamente se logre, de participar solidariamente en la gran mesa de la Creación. Podemos transformar este mundo, ayudados por ciencia y tecnología para ser señores y no esclavos de los acontecimientos, proyecto que necesita ser animado por la justicia y el amor porque éstas no se limitan a las relaciones interpersonales, sino también en el campo socioeconómico-financiero. Ninguna crisis puede descalificar o poner entre paréntesis esta misión.

“El sábado se hizo para el hombre, no el hombre para el sábado. De manera que el Hijo del Hombre es Señor también del sábado” (Marcos 2,27). Esta convicción y que es de toda la Tradición de la Iglesia, su clave antropológica, nos la comparte el Papa como fundamental para realizar una labor constructiva, aún con crisis, porque el olvido o descuido de ella están a la raíz de nuestra situación actual. También la globalización es para el hombre y no el hombre para la globalización. No más pirámides de sacrificios.

El ser humano biológicamente lo podemos relacionar en altísimo porcentaje con los que llamamos “animales”, pero el ser humano, de toda evidencia, tiene una dimensión particular que le permite no quedar sujeto al reino de la necesidad y acceder al reino de la libertad, el sursum, el “arriba los corazones” de la libertad; también en los fenómenos económicos y sociales. Aquí el abrirse a la Trascendencia, a una relación con el Absoluto, en el reconocimiento de que a los orígenes del cosmos y de su ser humano hay una donación, no un contrato, no una compra, no un accidente, una equivocación, en vez de limitarle le abre a mayores alcances en el horizonte de la Verdad. ¿Y si no se es creyente? Todo ser humano, el ejercicio de la razón nos lo descubre, tiene una corresponsabilidad, una obligación, con sus semejantes y, en relación con ellos, con la Tierra. No hay escape a la responsabilidad de tomar posición en un juicio moral que trasciende los intereses particulares, sean individuales o de grupo. Es cuestión de conciencia.

Caritas in Veritate no encierra un catálogo de soluciones. No es esta la tarea del pensamiento social de la Iglesia y de su magisterio, pero sí nos llama a la misión transformadora de este mundo, en justicia y paz, en esperanza democrática. Nos anima a no decaer en el empeño de concertación nacional, con objetivos de cohesión social a través del fortalecimiento del tejido social. Crecimiento y competitividad indisolublemente unidos a equidad y bienestar para todos. La encíclica nos pide ejercer el juicio moral y poner en acción los criterios de ese juicio. Amor y verdad deben interactuar porque cada uno depende del otro para el logro de su fin: ni amor sin verdad ni verdad sin amor o quedaríamos en un sentimentalismo o paternalismo inoperante, o en una verdad que, aunque apareciera como eficaz, resultaría descarnada, inhumana.

Nuestra tarea misionera como Iglesia panameña, en el espíritu de Aparecida, tiene que incluir lo que en esta encíclica nos dice el Papa. Para empezar, leerla y meditarla.

Mons. Pablo Varela Server
Obispo Auxiliar

Ir a
Panorama Católico Edición Digital

100 balboas mensuales

2009-07-19
A tiro de piedra
100 balboas mensuales

La pensión de 100 balboas mensuales que el gobierno dará a las personas mayores de 70 años, que no tengan jubilación ni pensión por invalidez, es un acto tierno, pero plagado de populismo y comprometedor de la sostenibilidad propia del programa.

Esa plata le viene bien a quien la reciba, principalmente a las mujeres en ese rango de edad, que son las más vulnerables y que dependían, en su mayoría, de un hombre que las mantuviera, llámese esposo, marido, hijo, o mecenas de algún otro tipo. A ellas, al menos, los 100 balboas les da la autonomía financiera, aunque sea parcial, que siempre anhelaron, cuya ausencia marcó sus vidas con el sometimiento y la dependencia doméstica. Sin embargo, desde otro punto de vista, el asunto no pinta tan poético.

Se dice que los fondos provendrán del impuesto a la operación de los casinos. Bien por la ecuación que quita al que vive del juego de azar y la apuesta, para darle al pobre. Pero, por otra parte, si la recaudación es insuficiente, en alguna parte del camino se tendrá que buscar la diferencia en otra carga impositiva, o fomentar el aumento y la expansión de las salas de apuestas. El resultado sería: dinero para los ancianos que no tienen jubilación, y promoción del vicio de la “chinguia” entre la población local y los turistas. Y ya sabemos lo que se mueve alrededor del ambiente de los juegos de azar: fumadores que pondrán más peso en la costosa carga de atención médica por el cáncer, apuestas clandestinas, prostitución, alcoholismo, y otros malos hábitos y delitos que se generan en un ambiente de juerga y vicio.

Como parte de las promesas electorales, ahora existe la obligación política de cumplir con lo prometido. El costo futuro para el país lo pagaremos todos. Pareciera que la experiencia de la Caja de Seguro Social no nos enseñó nada. ¿Hasta cuándo los beneficiados aceptarán 100 balboas? ¿Cuándo surgirá un líder con una gorrita, que los encabezará a bloquear calles y avenidas para pedir aumento? ¿A qué ritmo crecerá la cantidad de personas que entren cada año al programa de subsidio por carecer de jubilación?

Repito. Es muy tierno dar esa asistencia económica a los ancianos que no tienen pensión o jubilación del Seguro Social, pero supone riesgos sociales y fiscales que podrían ser críticos en el futuro. Hay que calcularlos y, desde ahora, tener planes y estrategias para afrontarlos.

Me habría gustado más otro tipo de programa como, por ejemplo: aprovechar el conocimiento de los ancianos en el oficio que desempañaban, y pagarles por transmitirlos. Muchos de ellos, hombres y mujeres, tienen experiencia en plomería, ebanistería, repostería, manufacturas diversas, agricultura, pesca, orfebrería, y tantas otras artes y oficios aprovechables, cuyo conocimiento se pierde con la muerte de quienes los ejercían. Los que calificaran se sentirían útiles en su vejez, y no meros receptores de la caridad estatal.

Cómo me gustaría, con un programa así, que se conservara el conocimiento de la hechura de instrumentos autóctonos como la mejorana, el rabel, tambores, cutarras, dulces de marañón, zapallo, cáscara de naranja; del cofio, el cocoduro, la melcocha. Preservar la confección de polleras, sombreros, muebles, puertas, verjas, artesanías. En fin, tantas otras locuras de estas que, a los que se dicen locos políticos, todavía no se les ocurren.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

Día del niño

2009-07-19
Editorial
Día del niño

La celebración del Día del Niño, ambos sexos incluidos, tiene su importancia en el sentido que tenemos de la infancia, su carácter esencial para la preservación y el desarrollo de la sociedad humana, y la herencia de los valores y la cultura que cada nación hereda a las futuras generaciones. No es, por tanto, una jornada en que la niñez sale a jugar a los parques, las plazas o las calles, sino algo mucho más profundo.

Por lo que hemos percibido en los días previos, la fecha dice poco a la población. Al arrancarle casi de golpe su tradición del 1 de Noviembre, el pueblo siente la nueva data extraña, ajena, y vacía. No es su fecha, ni su costumbre, ni su identidad. Situación que debe corregirse, para que la jornada dedicada a la niñez reciba la aceptación, el calor, y el respaldo popular.

Duele salir a los barrios y vecindarios y ver que el Día del Niño es más una colección de palabras en un decreto, que la fiesta de los niños y las niñas de Panamá. Asombra percatarse de la ausencia de valor intrínseco de la celebración, porque vale más el paseo, los juegos mecánicos, y los payasos o cantantes que algún funcionario planificó, para cumplir con el calendario de actividades de su despacho.

Si el cambio no ha hecho bien, y ha provocado la indiferencia de la población: ¿qué sentido tuvo hacerlo? La situación debe verse con ojos autocríticos, y enderezar lo torcido. Vale más tener nuestra propia fecha y sentirla y celebrarla, que plegarnos al resto del mundo con sentido hueco e indolente.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

Entusiasmo nacional

2009-07-19
El Ojo del Profeta
Entusiasmo nacional

Las emociones entusiastas que despierta la participación y el avance de la selección nacional de fútbol, en la tabla de posiciones del torneo Copa de Oro, pone de manifiesto el interés del pueblo, en aquello que lo hace identificarse y sentirse panameño. Hace un par de décadas, competir en balompié era un mero trámite, y ver jugar a la selección nos ponía en medio de la esperanza y la resignación.

Hoy no es así, porque la posibilidad de triunfo es mayor. Sin embargo, ese entusiasmo nacional debe canalizarse, también, hacia otras metas. El mismo entusiasmo debería existir en el trabajo, la educación, el civismo, y la actitud de vida fundamentada en la moral, la ética y los valores y principios que nos hacen personas de bien. Y si no sólo de pan vive el hombre, la nación tampoco puede vivir sólo del entusiasmo nacional por el deporte.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

martes, 14 de julio de 2009

La encíclica "Caritas in veritate"

2009-07-12
La Voz del Pastor
La encíclica "Caritas in veritate"

Ofrecemos a continuación un extracto de la intervención de Benedicto XVI durante la audiencia general de este miércoles, 8 de julio celebrada en el Aula Pablo VI, con peregrinos procedentes de todo el mundo, dedicada a presentar la encíclica que publicó este martes, "Caritas in veritate".

Queridos hermanos y hermanas:

Mi nueva encíclica "Caritas in veritate", que ayer se presentó oficialmente, se inspira en su visión fundamental en un pasaje de la carta de san Pablo a los Efesios, en el que el apóstol habla del actuar según la verdad en la caridad: "Actuando --lo acabamos de escuchar-- según la verdad en la caridad, crecemos en todo hasta aquel que es la cabeza, Cristo" (4, 15). La caridad en la verdad es, por tanto, la principal fuerza propulsora para el verdadero desarrollo de cada persona y de toda la humanidad. Por esto, en torno al principio "caritas in veritate", gira toda la doctrina social de la Iglesia. Sólo con la caridad, iluminada por la razón y por la fe, es posible conseguir objetivos de desarrollo con un valor humano y humanizador. La caridad en la verdad "es el principio sobre el que gira la doctrina social de la Iglesia, un principio que adquiere forma operativa en criterios orientadores de la acción moral" (n. 6). La encíclica alude en seguida en la introducción a dos criterios fundamentales: la justicia y el bien común. La justicia es parte integrante de ese amor "con los hechos y en la verdad" (1 Juan 3,18), a la que exhorta el apóstol Juan (Cf. n. 6). Y "amar a alguien es querer su bien y obrar eficazmente por él. Junto al bien individual, hay un bien ligado a la vida social de las personas... Se ama al prójimo tanto más eficazmente, cuanto más se trabaja" por el bien común. Por tanto, dos son los criterios operativos, la justicia y el bien común; gracias a éste último, la caridad adquiere una dimensión social. Todo cristiano --dice la encíclica-- está llamado a esta caridad, y añade: "Ésta es la vía institucional... de la caridad" (cfr n. 7).

Como otros documentos del Magisterio, también esta encíclica retoma, continúa y profundiza el análisis y la reflexión de la Iglesia sobre cuestiones sociales de vital interés para la humanidad de nuestro tiempo. De modo especial, enlaza con cuanto escribió Pablo VI, hace ahora más de cuarenta años, en la "Populorum progressio", piedra angular de la enseñanza social de la Iglesia, en la que el gran pontífice traza algunas líneas decisivas, y siempre actuales, para el desarrollo integral del hombre y del mundo moderno. La situación mundial, como ampliamente demuestra la crónica de los últimos meses, sigue presentando no pocos problemas y el "escándalo" de desigualdades clamorosas, que permanecen a pesar de los compromisos adoptados en el pasado. Por una parte, se registran signos de graves desequilibrios sociales y económicos; por la otra, se invocan desde muchas partes reformas que no pueden demorarse por más tiempo para superar la brecha en el desarrollo de los pueblos. El fenómeno de la globalización puede, en este sentido, constituir una oportunidad real, pero por esto es importante que se acometa una profunda renovación moral y cultural y un discernimiento responsable sobre las elecciones que hay que realizar para el bien común. Un futuro mejor para todos es posible, si se funda en el descubrimiento de los valores éticos fundamentales. Es necesaria por tanto una nueva proyección económica que vuelva a diseñar el desarrollo de forma global, basándose en el fundamento ético de la responsabilidad ante Dios y ante el ser humano como criatura de Dios.

La encíclica ciertamente no mira a ofrecer soluciones técnicas a las grandes problemáticas sociales del mundo actual --no es la competencia del magisterio de la Iglesia (Cf. n. 9)--. Ésta recuerda, sin embargo, los grandes principios que se revelan indispensables para construir el desarrollo humano en los próximos años. Entre éstos, en primer lugar, la atención a la vida del hombre, considerada como centro de todo verdadero progreso; el respeto del derecho a la libertad religiosa, siempre unido íntimamente al desarrollo del hombre; el rechazo de una visión prometeica del ser humano, que lo considera artífice absoluto de su propio destino. Una ilimitada confianza en las potencialidades de la tecnología se revelaría finalmente ilusoria. Se necesitan hombres rectos tanto en la política cuanto en la economía, que estén sinceramente atentos al bien común. En particular, viendo las emergencias mundiales, es urgente llamar la atención de la opinión pública ante el drama del hambre y de la seguridad alimentaria, que afecta a una parte considerable de la humanidad. Un drama de tales dimensiones interpela a nuestra conciencia: es necesario afrontarlo con decisión, eliminando las causas estructurales que lo provocan y promoviendo el desarrollo agrícola de los países más pobres. Estoy seguro de que esta vía solidaria al desarrollo de los países más pobres ayudará ciertamente a elaborar un proyecto de solución de la crisis global actual. Indudablemente debe revalorarse atentamente el papel y el poder político de los Estados, en una época en la que existen de hecho limitaciones a su soberanía a causa del nuevo contexto económico-comercial y financiero internacional. Y por otro lado, no debe faltar la participación de los ciudadanos en la política nacional e internacional, gracias también a un compromiso renovado de las asociaciones de los trabajadores llamados a instaurar nuevas sinergias a nivel local e internacional. Un papel de primer nivel desempeñan, también en este campo, los medios de comunicación social para la potenciación del diálogo entre culturas y tradiciones diversas.

Queriendo por tanto programar un desarrollo no viciado por las disfunciones y distorsiones hoy ampliamente presentes, se impone por parte de todos una seria reflexión sobre el sentido mismo de la economía y sobre sus finalidades. Lo exige el estado de salud ecológica del planeta; lo pide la crisis cultural y moral del hombre que aparece con evidencia en cada lugar del globo. La economía tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento; necesita recuperar la importante contribución del principio de gratuidad y de la "lógica del don" en la economía de mercado, en el que la regla no puede ser el provecho propio. Pero esto sólo es posible únicamente gracias al compromiso de todos, economistas y políticos, productores y consumidores, y presupone una formación de las conciencias que dé fuerza a los criterios morales en la elaboración de los proyectos políticos y económicos. Justamente, desde muchas partes se apela al hecho de que los derechos presuponen deberes correspondientes, sin los cuales los derechos corren el riesgo de transformarse en libre arbitrio. Es necesario, se repite cada vez más, un estilo diverso de vida por parte de toda la humanidad, en el que los deberes de cada uno hacia el ambiente se unan con los de la persona considerada en sí misma y en relación con los demás. La humanidad es una sola familia y el diálogo fecundo entre fe y razón no puede más que enriquecerla, haciendo más eficaz la obra de la caridad en lo social, constituyendo además el marco apropiado para incentivar la colaboración entre creyentes y no creyentes, en la perspectiva compartida de trabajar por la justicia y la paz en el mundo.

S.S. Benedicto XVI
Obispo de Roma

Ir a
Panorama Católico Edición Digital

Universalidad del 14 de Julio

2009-07-12
A tiro de piedra
Universalidad del 14 de Julio

La fiesta de Francia conocida como el Día de los Derechos del Hombre es, con mucho, una gesta que abarca a toda la humanidad. La Toma de la Bastilla, y la proclama de Libertad, Igualdad y Fraternidad, que puso fin al vasallismo francés, y al despotismo de la monarquía, se inspira en los valores más profundos del ser humano.

Es comprobada la influencia del movimiento libertario francés, que tuvo su momento cumbre en los acontecimientos del 14 de Julio. Las Tullerías, La Bastilla, el Campo de Marte, son escenarios del deseo de libertad y de igualdad que, en representación de la humanidad, hicieron patente los protagonistas de aquellos hechos. Francia es, en este sentido, el estandarte del ideal de los pueblos del mundo.

Tengo un aprecio especial por la Revolución Francesa. Me fascina. De hecho cumplí uno de mis sueños de juventud: vivir un 14 de Julio en París. Mochila a la espalda, y 14 horas en tren desde Roma a la Ciudad Luz, me llevaron a presenciar esa celebración presidida por el recién estrenado presidente francés de aquel tiempo, monsieur Francois Mitterrand.

Aquí en el patio, el 14 de Julio representó mi rebeldía contra la dictadura que gobernó a Panamá durante 21 años. Era yo un adolescente, cuando empecé a celebrar cada aniversario de la Revolución Francesa en mi barrio. Reuní algunos amigos y vecinos, y hacía la proclama de libertad y mis acostumbradas arengas contra el régimen. Por un periodo de 16 años consecutivos, se hizo costumbre este acto. Al principio, por ser yo menor de edad, la “ceremonia” duraba un par de horas, porque el toque de queda para los menores de edad regía a partir de las 8 de la noche. Un par de años después, la celebración se extendía por varias horas, y concluía a la medianoche con el canto de la Marsellesa por las calles del barrio. Huelga decir que, en más de una ocasión, tuve mis encontrones con la policía. Afortunadamente, no paré en la cárcel. Una que otra vez nos dispersaban, y nos perdíamos por los zaguanes y callejones, para salir al otro lado de la calle y continuar reclamando el fin de la dictadura.

Una de las frases lapidarias, cuando nos acosaba la policía, era la de Mirabeu: “estamos aquí por la voluntad del pueblo, y sólo nos sacarán por la fuerza de las bayonetas”, la que gritaba yo a buen recaudo, en algún cuarto o vivienda de quienes me refugiaban, seguido por el coro de mis “huestes revolucionarias”.

Quizá esta historia, anónima para muchos, no tuvo alcance nacional; pero, en el barrio, tuvo un impacto profundo entre los que eran jóvenes como yo, y, a través de nosotros, en aquellos adultos que veían en esta rebeldía la esperanza de recuperar la democracia en Panamá. Quiero recordar algunos de los que me acompañaron, por tantos años, en ese acto civilista en el barrio. A “Solo un Ojo”, “Mamicho”, “Pescao”, “El Champ”, “Chano Pozo”, “El Gran Danés”, “Pita”, “Pifia”, gracias por apoyarme en mi locura. A las “viejas” que me abrieron las puertas de sus cuartos, para darme refugio. Gracias. Y a todos los demás, mil gracias.

¡Vive La France! ¡Vive la Liberté! ¡Vive le droites de l’homme! ¡Vive l’humanité!

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

Realidad nacional

2009-07-12
Editorial
Realidad nacional

La reunión plenaria de medio año de la Conferencia Episcopal Panameña nos permite actualizarnos, como Iglesia y como pueblo, del pensamiento de la jerarquía eclesiástica, con relación a la realidad del caminar de la propia Iglesia y de la realidad nacional. Es una palabra iluminadora, que nos ayuda a discernir acerca de los acontecimientos y los problemas que se suscitan en nuestra vida como pueblo de Dios y nación.

El acostumbrado mensaje de nuestros Pastores debe comprenderse desde el punto de vista de la fe, del magisterio de la Iglesia, y de la palabra esperanzadora que se dirige, en primer lugar a todos los creyentes, y al resto de la población. Si bien se promulga sustentado en la doctrina católica, el mensaje, también, conlleva la enseñanza ética y moral que, en sus raíces cristianas, busca el bien y la felicidad de todos los hombres.

Dentro de ese marco, el comunicado episcopal requiere, de quien lo lea, una interpretación libre de prejuicios y pensamiento sectario. Buscar en su contenido aristas políticas partidistas, o sacar de contexto sus ideas, sería una acción injusta e impropia de una persona que, en el ejercicio su simpatía, su actitud crítica, o su disidencia, le sea infiel a la práctica de libre albedrío, dentro del discernimiento y de responsabilidad que Dios nos da.

Invitamos a todo el pueblo de Dios, y a los hombres y mujeres de buena voluntad, a leer concienzudamente el mensaje de los Señores Obispos, reunidos en Conferencia Episcopal, para que encuentre eco en la realidad de vida personal y comunitaria.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

Ampliación

2009-07-12
El Ojo del Profeta
Ampliación

La gran obra de ampliar el Canal de Panamá representa un gran reto para el país, por las repercusiones que tiene durante y después de su culminación. Es una actividad que está en marcha, y que debe ajustarse a los planes y programas que se han trazado, pero, sobre todo, al espíritu de la misión y el objetivo que permitió su aprobación, vía reférendum, por parte del pueblo panameño.

El manejo correcto de los fondos, la transparencia en la administración, y la ejecución a carta cabal de los trabajos, son elementos importantes para el clima de confianza que tal empresa reclama, y la justificación de su existencia. Corresponde al pueblo y a las autoridades vigilar con especial celo, y de forma mancomunada, que cada paso y cada inversión cumpla con el cometido que se la ha fijado, y con los postulados de progreso y beneficio nacional que se ciernen sobre esta empresa de todos llamada Canal de Panamá.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

martes, 7 de julio de 2009

Estrenando nuestro nuevo Gobierno Nacional

2009-07-04
La Voz del Pastor
Estrenando nuestro nuevo Gobierno Nacional

Y, en primer lugar, nos es sumamente grato enviar un saludo cordial al Señor Presidente de la República y a su digno Gobierno, deseándoles el más anhelado éxito en la conducción política y social de nuestro pueblo. Para ello, imploramos la bendición de Dios, el verdadero dueño y Señor, al fin y al cabo, de Panamá.

Su Santidad, Juan Pablo II, nos enseñaba en su carta Christifideles laici: Quienes tienen responsabilidades políticas no deben olvidar o subestimar la dimensión moral de la representación que consiste en el compromiso de compartir el destino del pueblo y en buscar soluciones a los problemas sociales. En esta perspectiva, una autoridad responsable significa también una autoridad ejercida mediante el recurso a las virtudes que favorecen la práctica del poder con espíritu de servicio: paciencia, modestia, moderación, respeto, caridad, generosidad. La autoridad ejercida por personas capaces de asumir auténticamente como finalidad de su actuación es el bien común y no el prestigio o el logro de ventajas personales o partidistas.

Entre las deformaciones del sistema democrático, la corrupción política es una de las más graves porque traiciona, al mismo tiempo, los principios de la moral y las normas de la justicia social. Compromete el correcto funcionamiento del Estado influyendo negativamente en la relación entre gobernantes y gobernados. Introduce una creciente desconfianza respecto a las instituciones políticas, causando un progresivo menosprecio de los ciudadanos por la política y sus representantes, con el consiguiente debilitamiento de las instituciones.

La corrupción distorsiona de raíz el papel de las instituciones representativas porque las usa como terreno de intercambio político entre peticiones clientelistas y prestaciones de los gobernantes. De este modo, las opciones políticas favorecen los objetivos limitados de quienes poseen los medios para influenciarlas e impiden la realización del bien común de todos los ciudadanos.

La administración pública, a cualquier nivel nacional, regional, municipal, como instrumento del Estado, tiene como finalidad servir a los ciudadanos, es el gestor de los bienes del pueblo que debe administrar en vista del bien común. Esta perspectiva se opone a la burocratización excesiva que se verifica cuando las instituciones, volviéndose complejas en su organización y pretendiendo gestionar toda área a disposición, terminan por ser abatidas por el funcionamiento impersonal, por la exagerada burocracia, por los injustos intereses privados, por el fácil y generalizado encogerse de hombros.

El papel de quien trabaja en la administración no ha de concebirse como algo impersonal y burocrático, sino como una ayuda solícita al ciudadano, ejercida siempre con espíritu de servicio.

Mons. Carlos María Ariz, C.M.F.
Obispo Emérito de Colón - Kuna Yala

Ir a
Panorama Católico Edición Digital

Caballerosidad política

2009-07-04
A tiro de piedra
Caballerosidad política

La visita de diversos personajes políticos al ex presidente Guillermo Endara, en su lecho de enfermo, es una muestra de que no todo está perdido en nuestra sociedad política. Personajes opositores al partidismo del ex mandatario, desfilaron para ofrecerle su respeto y desearle pronto restablecimiento.

Si esa caballerosidad se mostrara más a menudo en el comportamiento de nuestra clase política, quizá tendríamos menos escándalos y mejor ambiente en la relación interpartidaria. Es algo que nos hace falta, para edificar el ejercicio de la política en nuestro medio. Figuras como Ricardo Arias Calderón y Aristides Royo, quienes han demostrado decencia y educación en su actuar político, visitaron a Endara, en un gesto significativo. Ambos, en su momento, tuvieron sus divergencias con el enfermo. Su visita, en la actualidad, ni les suma ni les resta votos o simpatías electorales, porque ya están alejados de dichos menesteres; lo que nos hace pensar en la sinceridad de su visita.

Otras figuras, también, se apersonaron al hospital donde está recluido Guillermo Endara. El ex presidente Ernesto Pérez Balladares; el actual presidente, Ricardo Martinelli; y el presidente saliente, Martín Torrijos. De este último, igual, debo destacar sus buenas maneras y sencillez. No juzgo, y aclaro, la gestión presidencial o de hombre público de ninguno. En su momento, cuando estuvieron al frente de sus cargos, lo hice con toda libertad. Nunca busqué ni pedí que me dieran un puesto, o una botella, o algún favor que me acomodara. Menos pedí dinero. ¡Líbreme Dios! A cada uno de ellos les he dicho lo que pienso, sin adulación ni hipocresía. Excepto a Royo, a los demás les he dicho, frente a frente, mi opinión con respecto a las circunstancias que nos han hecho encontrarnos. Pero a todos, sin excepción, les critiqué en mis escritos.

Con la violencia verbal y el ataque personalizado que observamos en la reciente campaña electoral, el gesto de estos hombres que menciono se convierte en un acto digno de imitar. La caballerosidad, la decencia, la tolerancia, la honestidad y el buen actuar, es lo que espero de los funcionarios que ahora asumen la conducción del país. De su ejemplo depende que sus simpatizantes los emulen. Según sea el personaje que gobierna o dirige, así serán sus seguidores. Que la buena conducta sea incluida en el cambio que se nos ha prometido, porque en la campaña estuvo ausente en el proceder de algunos.

Deseo pronto restablecimiento al ex presidente Endara, si es la voluntad de Dios. Que, recíprocamente, corresponda a la caballerosidad que ha recibido en su cama de doliente. Que recupere aquel carácter afable y trato exquisito, cuando lo veía atravesar, hace años, la Plaza de Porras, al salir de su bufete. Así me gustaría volverlo a ver. Y lo dice alguien con quien polemizó públicamente, y que siempre le respetó su investidura presidencial, al punto de esperar la terminación de su mandato para responderle, de ciudadano a ciudadano, algunos de sus señalamientos.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

Cooperativismo

2009-07-04
Editorial
Cooperativismo

La vida colectiva es propia del ser humano, por la naturaleza gregaria que le es intrínseca. Es en la colectividad que la persona humana se realiza. Familia, vecindario, ciudad o país, son elementos que componen la sociedad y le dan sentido, seguridad, y capacidad de progreso.

En un mundo que tiene como elemento organizativo a la economía, la necesidad de unirse para alcanzar el bienestar en ese campo es fundamental. Sin embargo, no toda la población tiene la oportunidad de generar riqueza y disfrutar, plenamente, de lo que produce su trabajo. Frente a limitaciones como esta, el cooperativismo es una vía legítima e idónea, para que el ser humano, en la ayuda mutua, pueda superar las barreras de la marginación económica.

Panamá tiene la característica de mostrar riqueza y opulencia en algunos sectores, y pobreza y pauperización en otros. Cuatro de cada diez panameños son pobres, y gran parte de ellos lo son en grado extremo. Nuestra sociedad tiene los recursos para superar esta situación, pero están mal distribuidos. Trabajo, educación, salud y vivienda, por mencionar algunos, son derechos que malamente llegan a nuestra población pobre, y, en algunos casos, ni siquiera la alcanzan. Razón de más para tomar decisiones urgentes.

Hemos inaugurado un nuevo periodo de gobierno, con promesas de cambio y expectativas grandes. Si se lo propone, el nuevo gobierno puede hacer del cooperativismo su carro de batalla contra la extrema pobreza. Es, quizá, la vía más apropiada, por la que se le reconoce a la población necesitada su ansía de progresar, su trabajo, y su deseo de superación, libre de la hipoteca que constituye la dádiva política, y que empeña eternamente, con gravosos intereses, la libertad de conciencia, la dignidad, y la voluntad de quien sucumbe ante la usura moral electorera, cuyas armas son el populismo y el paternalismo de estado.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

Democracia herida

2009-07-04
El Ojo del Profeta
Democracia herida

La voluntad popular es el principio más sagrado de la democracia, porque en ella se manifiesta el querer del pueblo y radica la libertad de decidir, mediante la participación ciudadana, sobre la elección de los gobernantes y los asuntos más trascendentales del estado.

Cuando la voluntad popular es burlada, por cualquier medio, se provoca una herida mortal al sistema democrático, que cuesta mucho sanar. El golpe de estado asestado en Honduras, contra el presidente constitucional de esa nación, es un acto deleznable y fuera de toda razón. Si hay motivo para relevar al presidente de su cargo, la propia democracia provee los medios y el método. Recurrir a la fuerza de las armas es rebajarse a la condición más primitiva de la sociedad humana, y una acción que desdice del nivel de civilismo que puedan tener sus perpetradores.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

San Pío, ejemplo de amor a María

2009-06-28
Ventana Pontificia
San Pío, ejemplo de amor a María

Publicamos las palabras que pronunció Benedicto XVI este domingo después de haber presidido la santa misa en el atrio de la iglesia de san Pío de Pietrelcina en San Giovanni Rotondo.

Queridos hermanos y hermanas:

Al concluir esta solemne celebración, os invito a rezar conmigo --como cada domingo-- la oración mariana del Ángelus. Pero aquí, en el santuario de san Pío de Pietrelcina, nos parece escuchar su misma voz, que nos exhorta a dirigirnos con corazón de hijos a la Virgen Santa: "Amad a la Virgen y haced que la amen". Lo repetía a todos, pero más que las palabras valía el testimonio ejemplar de su profunda devoción a la Madre celestial. Bautizado en la iglesia de Santa María de los Ángeles de Pietrelcina, con el nombre de Francisco, como el Pobrecillo de Asís, siempre experimentó por la Virgen un amor muy tierno. La providencia le trajo después aquí, a San Giovanni Rotondo, al santuario de Santa María de las Gracias, donde permaneció hasta la muerte y donde descansan sus restos mortales. Toda su vida y su apostolado se desarrollaron bajo la mirada maternal de la santísima Virgen y con la potencia de su intercesión. Consideraba la Casa Alivio del Sufrimiento como obra de María, "Salud de los enfermos". Por lo tanto, queridos amigos, siguiendo el ejemplo de padre Pío, también yo quiero encomendar hoy a todos vosotros a la maternal protección de la Madre de Dios. De modo particular la invoco para la comunidad de los Frailes Capuchinos, para los enfermos del Hospital y para los que con amor los cuidan, así como también para los Grupos de Oración que continúan, en Italia y en el mundo, la consigna espiritual del santo fundador.

Quisiera encomendar a la intercesión de la santísima Virgen y de san Pío de Pietrelcina de manera especial el Año Sacerdotal, que inauguré el viernes pasado, solemnidad del sagrado Corazón de Jesús. ¡Que sea una ocasión privilegiada para destacar el valor de la misión y de la santidad de los sacerdotes al servicio de la Iglesia y de la humanidad del tercer milenio!

Oremos en este día también por la situación difícil y a veces dramática de los refugiados. Ayer se celebró precisamente la Jornada Mundial del Refugiado, promovida por las Naciones Unidas. Muchas son las personas que buscan refugio en otros países escapando de situaciones de guerra, persecución y calamidad, y su acogida presenta no pocas dificultades, y sin embargo es un deber. Quiera Dios que, con el compromiso de todos, se logre eliminar lo más posible las causas de un fenómeno tan triste.

Con gran afecto saludo a todos los peregrinos aquí reunidos. Expreso mi agradecimiento a las autoridades civiles y a cuantos han colaborado en la preparación de mi visita. ¡Gracias de corazón! A todos os repito: caminad por el camino que el padre Pío os ha indicado, el camino de la santidad según el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. En este camino os precederá siempre la Virgen María, y con mano materna os guiará a la patria celeste.

[Luego, hablando en polaco, añadió:]

Desde San Giovanni Rotondo, ante el santuario de San Pío de Pietrelcina, saludo cordialmente a los polacos, particularmente a los participantes en el milenario del martirio de san Bruno de Querfurt que hoy, en Gizycko, dan gracias a Dios por el don de la fe llevada por ese gran misionero. Que su esfuerzo a favor de las buenas relaciones entre las naciones fructifique en la concordia y en el celo por el anuncio del Evangelio. A todos os bendigo de corazón.

S. S. Benedicto XVI
Obispo de Roma

Ir a
Panorama Católico Edición Digital

Inundación urbana

2009-06-28
A tiro de piedra
Inundación urbana

Nuestra capital es una ciudad agresiva con sus moradores, por la poca existencia de espacios públicos, la preferencia por el automóvil en vez de las personas, y por la actitud indolente de la creciente chusma capitalina. Ambiente ruidoso, inundaciones, basura, irrespeto a las normas de policía, apropiación de la servidumbre, y destrucción del ambiente hacen crisis.

De todas esas situaciones, la inundación de calles y avenidas se resiente más. Quizá porque toca directamente a la población, sin discriminar si marcha a pie o si se transporta en un vehículo. ¡Todos tomamos por igual! Rico, pobre, mestizo, indígena, nacional, extranjero, ninguno se salva.

La inundación urbana es la consecuencia de la deficiente canalización de las aguas pluviales. El sistema es inadecuado, para la cantidad de agua que se descarga y no encuentra evacuación rápida por las áreas de canalización. Por mera observación podemos inferir el origen del problema: obstrucción de las alcantarillas por parte del público y de las compañías constructoras; pavimentación excesiva, que elimina las áreas verdes que absorben parte del agua de lluvia; anulación de las paredes de canalización, al elevarse la superficie de la calle y dejarlo, prácticamente, al nivel de las aceras; distancia muy larga entre uno u otro tragante; y la ausencia de éstos en muchas partes de la ciudad.

A lo anterior tenemos que sumar la manera en que se deja caer el agua desde los techos. Es común ver el fuerte chorro que se descarga desde las alturas, cual si fuera la caída de una catarata. El constructor del edificio solucionó su problema, pero lo trasladó a la vía pública.

Si queremos mitigar los efectos de esas anomalías, las autoridades tendrán que intervenir con más fuerza. Debe obligarse a las constructoras a conectarse al alcantarillado, en vez de desaguar hacia la calle. Las que construyen urbanizaciones deben construir, también, un sistema de alcantarillado eficaz, que canalice las aguas hacia receptáculos adecuados. Muchas de ellas, por lo que se puede ver, las dirigen hacia canales y quebradas cercanas, que soportan poco el caudal que se les vierte.

Para el observador acucioso, el asunto es fácil de advertir. Los desniveles en vías y aceras, cuando las hay, muestran depresiones que se convierten en verdaderos pozos, que contienen el agua por días y semanas, antes que pueda evaporarse. Esos fenómenos son, al mismo tiempo, criaderos de mosquitos y otras alimañas. En algunas zonas hasta puede verse la evolución o la metamorfosis de batracios, cuyas etapas más visibles van desde su estado de gusarapo hasta convertirse en sapos y ranas. De continuar así, hasta podríamos convertir esos estanques en laboratorio para las escuelas, o en atracción turística.

Cuando usted vea otra inundación, piense en todo lo que eso implica. No es sólo nuestro clima tropical tórrido, sino la forma en que interactuamos con el ambiente. Y el mal, mayormente, está en la agresiva ciudad capital que nos hemos creado.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

Relevo de mando

2009-06-28
Editorial
Relevo de mando

Un nuevo equipo de personas está a punto de tomar las riendas del gobierno, por los próximos cinco años. Lleno de motivos y de promesas, el grupo de políticos infunde esperanzas de cambio al país. A lo largo del tiempo, algunas se cumplirán; otras no. De la diligencia, la celeridad, y la capacidad de gestión gubernamental dependerán el más y el menos de sus logros.

Fuera de la responsabilidad que le cabe a los gobernantes, también está el deber del resto de la sociedad de trabajar por el progreso del país. El gobierno, en su conjunto, es sólo una de las piezas del engranaje de la nación. Si bien es cierto que elegimos cada cinco años a las autoridades, no lo es menos el hecho que los gobernantes son pasajeros y los pueblos permanentes. Sociedad política y sociedad civil han de colaborar, estrechamente, para el engrandecimiento de la vida social, económica, cultural y política de la patria.

Cada nación se hace grande cuando sus habitantes trabajan y conducen sus vidas con honestidad, honradez, civismo y profundo sentido de servicio a la patria y al prójimo, dentro de particulares principios y valores que los lleven a actuar como auténticos hijos de Dios. De poco o de nada vale mostrar cifras de crecimiento económico, cuando la conciencia, el corazón y la mentalidad de los gobernantes, líderes, dirigentes y ciudadanos comunes están corrompidas y cegadas por el egoísmo y la ambición.

Hacemos votos para que las nuevas autoridades, al asumir la conducción del país, tengan muy presente la misión y el deber que asumen ante el pueblo que los eligió para gobernar. Que Dios les guíe y les guarde, para que pongan primero, en él, su confianza y sus planes; pero, sobre todo, para que las promesas se cumplan, y nos eviten la decepción a la que estamos acostumbrados, y el inminente castigo electoral dentro de cinco años.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital

Fauna marina

2009-06-28
El Ojo del Profeta
Fauna marina

El prodigio de la Creación ubica a los animales entre los escaños superiores de las criaturas. Sólo el hombre los supera, y por eso a éste se le dio poder para dominar sobre aquellos. Ese dominio, sin embargo, le obliga a cuidar del resto de lo creado. Por ser la creación suprema de Dios, el hombre tiene la facultad de construir y destruir; ejercer su supremacía con sabiduría, o practicarla con la insensatez que lo lleva a la perdición.

Panamá, país pequeño y limitado en muchos aspectos, puede engrandecerse con el buen hacer en cuanto a la administración de sus recursos naturales. La oportunidad que se presenta para proteger la fauna marina, tanto la que nos sirve de sustento alimentario como la migratoria, es clave en este aspecto. Cuidar de la naturaleza es nuestra obligación; y, aunque pequeño, el país puede y debe actuar en consonancia con tal deber. Podemos permitirnos esa pequeñez en lo geográfico o lo desarrollado, pero, jamás, en pensamiento, cultura y civilización.

Luis Alberto Díaz
Director de Panorama Católico
diazlink@primada.org

Ir a Panorama Católico Edición Digital